Respuestas
Es cierto que en la condición humana se engloba el pensamiento (y, por tanto, también la reflexión). Todo ser humano es capaz de conocer y de comprender, nadie, en esencia, está privado de ello.
Sin embargo, ser filósofo requiere algo más que pensar y reflexionar.
Cualquier persona es capaz de discernir en casos concretos, e incluso de “buscar la verdad” si a ello estuviera obligadio y las circunstancias de su existencia no se lo impidieran. Mas el filósofo posee una “tendencia” natural a esta búsqueda inquieta de la verdad (filosofía, en griego, significa “amor por la sabiduría”). Son predisposiciones que conforman su propio ser y que le dirigen a la búsqueda personal e intransferible de la verdad. En cierta manera, como insinuaba Platón, el filósofo, a diferencia de otras personas, es capaz de ver y le corresponde el arduo papel de transmitir la visión, “visión” (traducción griega de “idea”) que precisamente puede ser comprendida, analizada y reflexionada por las otras personas al poseer entendimiento, razón y reflexión.
En síntesis, aunque todos tenemos las capacidades del patrón general que define al filósofo, dos son las diferencias sustanciales que lo distinguen y le dan la propia dimensión de la su definición: primero, el grado de desarrollo de la reflexión y el pensamiento reflexivo del ser, al que estará predispuesto por naturaleza y que, en determinados casos puede ser “actualizado” (creo que serviría el término aristotélico en este caso) por la educación y las circunstancias de su propia vida. Segundo, que independientemente de la posesión de la capacidad de reflexión y pensamiento, es el empleo de ésta en la búsqueda de la verdad de una forma profunda y rasmiosa la que precisamente marca la diferencia fundamental, pues si un ser que por naturaleza no esté predispuesto a ello se pusiera a filosofar con la misma intensidad del filósofo por imposición propia, difícilmente conseguiría acabar tal tarea si desfallecer en el esfuerzo, pues su naturaleza no es, en definitiva, esa.
Parece que diciendo esto esté estamentando al filósofo como un ser superior al resto de las personas.
Realmente no pretendo eso, lo adelanto. El filósofo tiene como naturaleza la búsqueda de la verdad, pero cada una de las otras personas tienen como naturaleza otras funciones tan necesarias como el buscar la verdad, completamente esenciales. Realmente nadie es superior a nadie, ni siquiera las cosas o las circunstancias nos hacen superiores a los demás. Pero eso es otro tema.
Respecto al tema de la enseñanza, discrepo con la “creación” de filósofos mediante la instrucción. El instruído únicamente es un conocedor de la filosofía de otras personas, pero no un filósofo. Que posea una visión más reflexiva gracias a la potencialización de su enseñanza no lo hace, en ningún caso, filósofo. Para ser filósofo hace falta que tu ser “pugne”, de forma natural, por buscar la verdad. Únicamente puede ayudar la instrucción en filosofía y reflexión filosófica a “despertar” a aquellas personas que realmente son filósofos en latencia y que, gracias a las circunstancias de sus estudios su capacidad de búsqueda ha despertado imparablemente.
Por supuesto, ser filósofo no es una profesión (más quisiera que así fuere la sociedad): es una forma de ser, un tipo de existencia particular, pero jamás un oficio, como se pretende instaurar.
Espero no haberte aburrido con “mi” filosofía y mis reflexiones, aquí sintetizadas.
Vuelvo a repetir que gracias por abrir una ventana que ayude en la instrucción filosófica.