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Con la aparición de la nueva época de La Ciencia y el Hombre, es el maestro Rafael Bullé-Goyri Minter quien toma la tutela de la revista con aires innovadores, y con ello se asume un nuevo formato, portada a color, ilustraciones en sus páginas interiores, contenidos ágiles, accesibles, amenos e ingeniosos dirigidos al lector común, al hombre de la calle, al joven estudiante, al profesor que desea indagar sobre nuevos aspectos del quehacer científico.
Tras esa gran responsabilidad de divulgar la ciencia, está también un cuerpo editorial que propugna por que La Ciencia y el Hombre contribuya a enriquecer la nueva cultura de la revolución científico-tecnológica, subraye la trascendente importancia de la investigación científica, y que sea un órgano de divulgación que motive e impulse en los jóvenes la vocación científica, la que siempre ha estado presente en la curiosidad del ser humano y que le ha permitido hacer grandes descubrimientos y llegar al dominio de nuevos conocimientos.
A lo largo de estos años, nuestra revista ha apoyado la formación de la nueva generación de científicos nacionales, pues en sus páginas han publicado no sólo destacados y prestigiados investigadores y científicos nacionales y de la propia Universidad Veracruzana, sino también investigadores noveles y estudiantes destacados que incursionan en la divulgación del conocimiento científico.
Con todo ello, La Ciencia y el Hombre se ha vuelto una de las revistas de divulgación científica y tecnológica más firmes y constantes en nuestro país; en efecto, firmeza y constancia han sido sus dos premisas, a las que habrá de agregarse una irrefutable calidad en los contenidos de cada uno de sus números.
A través de estos artículos, La Ciencia y el Hombre busca lograr su cometido principal: que el lector no especializado, el hombre común y corriente lea la revista. Esta pretensión comienza a cumplirse, y así podemos encontrarla ya en los espacios universitarios, en los congresos académicos, en las bibliotecas de distintas universidades del país.
Al entrar en contacto con nuestra revista, el lector puede percatarse del quehacer científico y tecnológico como parte de su entorno inmediato. Puede darse cuenta de que la ciencia no es ajena a él y que no se trata de una actividad encerrada en sí misma, lejana o distante. Por el contrario, se trata de una actividad en la que todos podemos participar y que implica sucesos, acontecimientos y situaciones que ocurren todo el tiempo a nuestro alrededor.
Por todo ello, estamos de fiesta. Y cómo no estarlo si se ha alcanzado una meta de tal magnitud; debemos celebrarnos y celebrar que La Ciencia y el Hombre ha llegado a sus veinte años y busca alcanzar nuevas metas en su labor de divulgación con la reciedumbre que le dan esos años para comunicar los acontecimientos científicos desde una perspectiva humana con humildad y con sencillez.
Existen, sin embargo, otras metas por alcanzar, como un mayor reconocimiento social a quienes hacen divulgación científica y mayores facilidades para la realización de su trabajo. También se requiere que haya lectores que encuentren útil esta labor de divulgación, porque una de las causas que desaniman a quienes se dedican o quieren dedicarse a la ciencia y la tecnología son las dificultades implicadas actualmente para despertar la vocación científica. ¿Cómo podremos alcanzar el objetivo de tener al menos 50 mil investigadores en el año 2009 si no hay personas que lean ciencia?
Recordemos que la lectura implica un proceso complejo de interacción entre pensamiento y lenguaje. Estimulemos, pues, el pensamiento y el lenguaje de nuestros alumnos, de nuestra población. Invitémoslos a leer La Ciencia y el Hombre.
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