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Explicación:Desde hace más de medio siglo comenzó a difundirse en el mundo la conciencia de la limitación de recursos disponibles para el desarrollo y, en consecuencia, de la necesidad de hacer un uso más racional de los mismos. Pero la creciente conciencia sobre el problema no ha derivado en un cambio de las prácticas por lo cual muchos países, incluida la Argentina, se enfrentan ante limitaciones actuales o futuras que plantean amenazas del más diverso tipo.
Una de las principales causas del agotamiento de recursos naturales, entre ellos los que se utilizan para generar energía, se debe a la difusión de formas de producción y de consumo diagramadas en momentos en que esos recursos se consideraban inagotables. Las primeras restricciones en este sentido se sintieron en las sociedades industrialmente más desarrolladas, más consumidoras de recursos que parcialmente respondieron con cambios técnicos destinados a hacer un uso más intensivo de los mismos pero la sombra del agotamiento o la necesidad de recurrir a opciones riesgosas como la energía nuclear siguen presentes.
El problema apareció también en sociedades pobres en las cuales se produjo una contradicción entre crecimiento demográfico y disponibilidad de recursos naturales, en un contexto de baja o nula disponibilidad de técnicas para mejorar su aprovechamiento. En muchas zonas de Africa esta situación ha derivado en un círculo vicioso en el cual las poblaciones pobres sobreexigen al suelo y los bosques, cuya madera es utilizada como recurso energético, provocando una desertificación creciente que es, a su vez, causa de pobreza.
En la Argentina las señales de alerta surgen por, al menos, dos segmentos. Uno de ellos es la creciente erosión de los suelos debida a formas no conservacionistas de cultivo y a la acción de las inundaciones.
La primera causal ha sido revertida en las explotaciones que utilizan el sistema de siembra directa que evita el arado de la tierra y la exposición de los terrones a la erosión eólica. Pero la acción de las inundaciones sigue causando daños por la falta de las inversiones necesarias para reducirlas.
Otra cuestión importante es el bajo nivel de las reservas de petróleo y gas. Según un trabajo sobre uso racional de la energía, recientemente premiado por el Centro Argentino de Ingenieros, las reservas de energía de la Argentina no sólo no son inagotables sino que pueden reducirse sustancialmente en el futuro cercano. En este sentido estiman que las reservas de petróleo alcanzan sólo para 10,5 años y las de gas para 16 años, cifras que son la cuarta parte del promedio mundial.
Para enfrentar este escenario se propone, adecuadamente, desarrollar usos eficientes e inteligentes de los recursos disponibles para maximizar su aprovechamiento. Pero también es indudable que se requiere una estrategia de inversiones en la búsqueda de nuevas reservas o en una explotación más racional de las existentes.
Esto debería ser materia de una política pública que, aún respetando el cuadro de la explotación privada del petróleo, tenga en cuenta las necesidades de largo plazo de la sociedad en lo referente a la disponibilidad de recursos críticos como los que proveen energía.