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Cuando a raíz del caso Padilla se rompieron las hostilidades entre el Gobierno cubano y una parte importante de los intelectuales avaladores de la revolución castro-guevarista, prosperó el argumento de que muchos intelectuales de izquierda de países desarrollados secundaban las revoluciones del Tercer Mundo desde la comodidad evidente de no padecerlas y sólo gozarlas como espectáculos. Otro concepto complementario de esta reprobación era el de turismo revolucionario, un tanto más discutible porque viajeros ilustres que han procurado asistir al escenario de conflictos estimulantes los ha habido siempre: desde lord Byron en Grecia hasta Hemingway en la revolución cubana u Octavio Paz en la guerra civil española, por la que se paseó como joven turista de izquierdas. Cuarenta años después, a partir de la revolución de los claveles, muchos profesionales de la cultura peregrinamos a Portugal para compartir catarsis, y los españoles incluso con la intención de estudiar aquel formato emancipador e importar desde España fusiles llenos de claveles
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espero que te ayuden ggggggg llamare a amigos avería si viene a ayudar