Respuestas
El cerebro es el órgano que nos mantiene vivos. Lo que en clínica y en la ley se conoce como muerte es a menudo sinónimo de muerte cerebral o muerte encefálica.
Se puede vivir sin cerebro a la mayoría de nosotros nos parece sencillo diferenciar entre alguien vivo y alguien muerto. Si debiéramos enfrentarnos a la dura tarea de determinar si alguien está en uno u otro estado, probablemente nuestro primer impulso sería ver si se mueve, palpar si su corazón late, notar si respira, notar su temperatura o comprobar su rigidez. Todos estos “signos de vida” dependen en buena parte de la supervivencia de un par de partes de nuestro encéfalo: el tronco del encéfalo y el hipotálamo.
De hecho, el término “muerte cerebral” se utiliza normalmente para aludir, en concreto, a la muerte del tronco del encéfalo. Los daños en el tronco del encéfalo se asocian, además de con la muerte, con estados denominados “desórdenes de la consciencia”, como el coma, el estado vegetativo o el estado de mínima consciencia. Unos de los casos más llamativos (y controvertidos) de compatibilidad de la vida con “poco” cerebro los protagonizan personas con hidrocefalia. En la hidrocefalia existe una acumulación anormal de líquido cefalorraquídeo en el interior del cráneo, y puede estar presente en el nacimiento o iniciarse en la edad adulta.