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El sindicalismo revolucionario es una corriente sindical donde el sindicato era la institución clave tanto para proteger a los trabajadores de sus patrones y del Estado (o de cualquier abuso) como para organizar la vida productiva administrativa de la sociedad. En sentido amplio, suelen denominarse como sindicalismo revolucionario aquellas corrientes sindicales radicalizadas que se oponen al parlamentarismo democrático y, en algunos casos, a la sujeción de los trabajadores y su lucha a un partido político. Es caracterizado por la defensa de la autonomía de las luchas de las clases trabajadoras que había sido manifestado en el lema de la Primera Internacional: la liberación de los trabajadores será hecha por los trabajadores mismos o no será.
Algunos de los sindicatos que han usado el término para definirse han rechazado la injerencia partidista salvo que dicho partido sea comunista, trotskista, guevarista, maoísta, socialista revolucionario o incluso, en una posición no de izquierdas, nacionalsindicalista en España.
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La acción sindical cotidiana, la de las secciones sindicales en los procesos de negociación colectiva, tiene mucho de los valores y fundamentos de la economía social y del socialismo autogestionario necesario para el S.XXI. Los procesos de militancia sindical orientados a la expansión de derechos se cimientan en una adecuada recopilación de información económico-financiera, productiva y laboral de las empresas para sustentar los procesos negociadores, en una colectivización entre las plantillas de las reivindicaciones dirigidas a los empresarios y la patronal, así como en la articulación de fórmulas solidarias de acción colectiva y huelga indefinida con apoyo de caja de resistencia que es sin lugar a dudas un mecanismo financiero colectivo de solidaridad sindical. Ese poder sindical como herramienta democratizadora de una empresa o sector, es la antesala a modelos de economía social y democracia económica. Esto si cabe es más evidente en procesos de reestructuración y crisis empresarial dónde la recuperación de empresas para su posterior laboralización o cooperativización se torna cómo acción estratégica imprescindible para defender las condiciones y nivel de empleo así como la estructura industrial del país, precisamente cuando los poderes político y económico están promoviendo todo lo contrario. Ahí la práctica sindical previa es imprescindible para acometer con garantías dichas experiencias.
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