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Las ballenas vienen a la Bahía de Fundy, en Canadá, a finales del verano para alimentarse.
Los ruidos de los barcos ponen bajo estrés a las ballenas que están cerca, señala un estudio.
Las hélices de las embarcaciones emiten sonidos en la misma amplitud de frecuencia que algunas ballenas utilizan para comunicarse y estudios previos mostraron que los cetáceos cambian sus patrones de comunicación en sitios ruidosos.
Ahora los investigadores midieron hormonas de estrés en las heces de ballenas y encontraron que aumentaron según la densidad de los barcos.
La especie que se estudió en la Bahía de Fundy en Canadá, fue la ballena derecha del Atlántico Norte que está en peligro de extinción.
Se tenía pensado que los balleneros vascos del siglo XVI diezmaron su población.
Sin embargo, estudios más recientes sugieren que la reducción de su número ocurrió mucho antes por razones que están claras.
La doctora Rosalind Rolland del Acuario de Nueva Inglaterra en Boston, EE.UU., quien encabezó el nuevo estudio, indicó que se estima que la población actual es de 490 individuos, luego de estar en 350 individuos hace una década.
La ballena derecha del Atlántico Norte (Eubalaena glacialis) se desplaza arriba y abajo por la costa este de América del Norte, llegando normalmente a la Bahía de Fundy a finales del verano para alimentarse.
Los científicos del acuario han estado estudiándola en la bahía desde 1980.
Sin embargo, el Nuevo estudio que aparece en la revista Royal Society Proceedings B ocurrió por casualidad. Las madres y los ballenatos se comunican entre sí y con otras ballenas utilizando sonidos de baja frecuencia.
Luego de los ataques de la red al-Qaeda contra Nueva York y Washington DC el 11 de septiembre de 2001 el tráfico de barcos en la bahía se redujo.
Las madres y sus ballenatos se comunican entre sí y con otras ballenas utilizando sonidos de baja frecuencia.
Los investigadores registraron una caída de 6 decibeles en la intensidad del ruido bajo el agua con un cambio particularmente pronunciado en frecuencias bajo 159Hz.
Por casualidad otro equipo había comenzado un proyecto de cinco años para recoger y examinar heces de las ballenas derechas.
Para ese proyecto se usan perros entrenados que son llevados a los barcos. Su olfato guía a los investigadores a la materia fecal, que luego es recogida en redes.
"Estábamos trabajando en barcos distintos. Sabíamos que había otros estudios sin que hubiese una verdadera interacción", señaló el doctor Rolland a la BBC.
"Y fue solamente cuando estaba preparándome en 2009 para un taller sobre el ruido del océano y el estrés que me di cuenta que teníamos estos datos y los analizamos de esta forma. Fue una de esas cosas que surgen por oportunidad".
Las heces recogidas durante el período de 2001 que tuvo poco tráfico de barcos mostró un nivel significativamente menor de metabolitos de hormonas glucocorticoides, que están asociadas con el estrés que en veranos posteriores cuando el tráfico marino volvió a niveles normales.
"Esta es la primera vez que alguien ha documentado algún efecto fisiológico. Después de todo son animales de 50 toneladas, así que no hacen fácil su estudio”, dijo el Dr Rolland.
“Estudios anteriores mostraron que las ballenas altera su patrón de vocalización en ambientes ruidosos exactamente como los hacemos nosotros cuando estamos en una fiesta de cóctel, pero esta es la primera vez que el estrés ha sido documentado fisiológicamente”.
Aún no está claro con precisión cómo afecta esto a los animales.
Sin embargo, el ruido del océano aumentó considerablemente en la últimas décadas conjuntamente con el crecimiento global del tráfico marino. Un análisis mostró que el noreste del Pacífico es de 10 a 12 decibeles más alto ahora que en la década del 60.
En los últimos años se ha visto un aumento significativo en el número de ballenas derechas golpeados por barcos y atrapadas en las redes de peca.
En la Bahía de Fundy, la relocalización de líneas de barcos para alejarlas de las zonas en 2003 redujo los choques de barcos en un 80-90%, mientras que medidas similares han sido introducidas en otras partes a lo largo de la costa.
El equipo de investigación quisiera realizar ahora un estudio que pueda relacionar las hormonas del estrés al ruido del océano en una variedad de locaciones.
Esto podría incluir los estudios de las diferencias entre las ballenas derechas del Atlántico Norte y sus parientes cercanos en el hemisferio sur. Las ballenas derechas sureñas, cuyos número ha expermentado un marcado aumento desde la era de la caza industrial.
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