• Asignatura: Religión
  • Autor: rubielanavarro29
  • hace 5 años

con q palabra identifican los textos biblicos de San Jose?​

Respuestas

Respuesta dada por: samuelmontes8
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Respuesta:

Los dos Josés, por diversas circunstancias, fueron a Egipto: el primero, vendido por sus hermanos a unos ismaelitas, por envidia –prefigura de la traición que sufrió Cristo-, llegará a ser el custodio de los granos de trigo en Egipto; el segundo, huyendo de la cólera celosa de Herodes, para salvar a Aquel que llegará a ser puro trigo de los elegidos.

Al José del AT se le dio el privilegio de interpretar los sueños, siendo advertido en ellos de lo que le había de suceder. Al José del NT, a su vez, recibió también en sueños las indicaciones de lo que debía hacer. Ambos se entregan, en cuerpo y alma, a la misión que se les había confiado, evitando que se les atribuyan honores que sólo pertenecen a su Amo.

Parece como si los sueños del joven José, aunque ya verificados en su persona, no vieran su realización plena hasta el segundo José. Por ejemplo, lo que se dice en Gn 37, 5-10): Tuvo también José un sueño que contó a sus hermanos… Díjoles: “Oíd, si queréis, este sueño que he tenido. Estábamos nosotros en el campo atando gavillas y vi que se levantaba mi gavilla y se tenía de pie, y las vuestras la rodeaban y se inclinaban ante la mía, adorándola…” Tuvo José otro sueño, que contó a también a sus hermanos, diciendo: “He visto que el sol, la luna y once estrellas me adoraban”. Contó el sueño a su padre y a sus hermanos, y aquél le increpó, diciendo: “¿Qué es ese sueño que has soñado? ¿Acaso vamos a postrarnos en tierra ante ti, yo, tu madre y tus hermanos?”. Aunque estos sueños se cumplieron en la vida del primer José cuando su familia se trasladó a Egipto y se inclinaron ante José, virrey de Egipto y padre nutricio de todos los pueblos de la tierra. Pero podemos pensar que sus sueños prefiguraban el misterio de la casa de Nazaret, cuando Jesús, el sol de justicia, y María, cantada en la liturgia como luminosa luna blanca y bella, se sometieran a la autoridad del jefe de familia, y cuando también toda la asamblea de los santos aclamase los méritos de quien se había hecho servidor del Verbo encarnado.

El primer José obtuvo la confianza del Faraón: se convirtió en intendente de los graneros de Egipto, y cuando llegó el hambre a aquella tierra, logró alimetar al pueblo y mantener cierta prosperidad. El Faraón dejó en sus manos el gobierno del reino, diciendo a quienes venían a verle: Id a José y haced lo que él os diga. De igual manera, el segundo José recibió el encargo de ganar el pan de la familia de Nazaret y, más tarde, recibiría por misión «salvaguardar la religión cristiana, ser el defensor titulado de la Iglesia, que es en verdad la casa del Señor y el reinado de Dios sobre la tierra» (León XIII).

Otra virtud, común a ambos, completa el emocionante paralelismo: la castidad. El primero rechazó las vergonzosas incitaciones de la mujer de Putifar, diciéndole: mi Amo y Señor ha puesto en mis manos todo lo que posee. Sólo me ha prohibido que te toque, porque eres su mujer. ¿Cómo iba a cometer tan grande villanía, pecando contra Dios? Enloquecida de despecho, la ignominiosa mujer acusó falsamente a José, que fue encarcelado, prefiriendo la prisión al pecado. Más perfecta todavía fue la castidad del segundo José que no sólo se abstuvo de todo acto culpable, sino que sabiendo que Dios había puesto bajo su amparo y protección a la más pura de las criaturas, la esposa del Espíritu Santo, la consideró siempre como un don de Dios, la trató con soberano respeto y sintió por ella un amor purísimo y una religiosa veneración.

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