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En este sentido, centrándonos en los aspectos sociales y aquellos de carácter más psicológico, podemos encontrar los siguientes elementos distintivos.
1. La institución religiosa como núcleo de poder
Una de las características que probablemente más destaca de esta etapa es el gran poder y consideración que obtiene la religión. Las creencias religiosas se vuelven elementos básicos en el día a día de la población, así como una manera de mantener a la población contenida y circunscrita a un modelo concreto de realidad.
Las instituciones religiosas, y concretamente la Iglesia católica, adquieren un rol preponderante en la sociedad, siendo una de las pocas clases con acceso a la educación y con un poder político capaz de superar al de la nobleza, hasta el punto de ser un eje central del poder en la Europa de la época.
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2. Un mundo teocéntrico
Relacionado con lo anterior, nos encontramos con una etapa en que el mundo se explicaba fundamentalmente a partir de conceptos religiosos, siendo la realidad producto de la voluntad y la creación divina. Ello hacía que en el centro de todo estuviera Dios, centrándose la sociedad y gran parte de los esfuerzos filosóficos en comprender el mundo a través de la divinidad.
3. El miedo y la obediencia a los dogmas
Otro aspecto de gran relevancia es la existencia de un elevado nivel de miedo en la población, en su mayoría analfabeta y con pocos conocimientos respecto al funcionamiento del universo y de los diferentes fenómenos naturales. Ello facilitaba asimismo la adscripción al único modelo explicativo imperante al que tenían acceso, el religioso, hasta el punto de llegar a actitudes de fanatismo y persecución de aquello que se apartara de él..
Abundaba la interpretación de que los aspectos negativos de la vida o las enfermedades eran consecuencias de posesiones demoníacas, hechicería o magia. También es una época de un elevado nivel de desconfianza hacia lo extraño y foráneo, especialmente a lo que no resultaba entendible.
Del mismo modo, el elevado desconocimiento a nivel médico y el surgimiento de grandes epidemias se veían como castigos divinos. Otro miedo frecuente era el de la llegada del fin de los tiempos, viviéndose el paso de este como algo negativo y preocupante (especialmente en los alrededores del año 1000 d.C., debido a la interpretación de la Biblia).
4. La exacerbación de la culpa, el pecado y la virtud
Algunos conceptos fundamentales que rigieron la conducta de muchos durante la época son los culpa y pecado. El hecho de cometer actos considerados deleznables por el que pudieran ser castigados tanto en esta vida como especialmente tras la muerte impregnaba la sociedad. La contención y el excesivo control generaron actitudes paranoicas, ocultismos y persecuciones. Por otro lado, se promovía un ideal del ser humano virtuoso como modelo a seguir, de tal manera que la conducta quedaba muy delimitada.
5. La Inquisición y la persecución de la brujería
Tal vez una de las figuras más odiadas y temidas de la Edad Media es la de la Inquisición, la cual es responsable de la persecución de lo que se consideraba herejía (como por ejemplo posturas divergentes con los dogmas oficiales) y de la brujería.
En este último aspecto destaca la caza de brujas, como algo que generó un gran nivel de persecución y sufrimiento a gran parte de la población. Una gran parte de los malestares, enfermedades y catástrofes se asociaban al uso de magia y hechicería, culpabilizándose a menudo a sectores concretos de la población o a personas con características marginales. Asimismo, se empleo dicha persecución como herramienta política para eliminar adversarios y para mantener un férreo control de la población.
6. El progreso de la ciencia y la escolástica
Si bien en este aspecto muchas personas consideran que la Edad Media es un punto negro en el progreso científico, lo cierto es que a pesar de que el conocimiento científico y su expansión estuvieron muy enlentecidos también hubieron numerosos avances.
Si bien es cierto que en la Europa medieval prevalecía la copia y transcripción de las figuras clásicas de la antigüedad, siendo la investigación algo secundario y generalmente vinculado al estudio de zoología o bien a la espiritualidad, no deberían obviarse los adelantos científicos propios del mundo árabe y que posteriormente serían poco a poco introducidos.
Un aspecto especialmente relevante es el movimiento conocido como Escolástica, surgido en el siglo XIII. Esta corriente aunaba la teología con la filosofía clásica con el propósito de coordinar la fe y la razón. Aunque en esta relación la fe siempre estaba por encima, lo cierto es que permitió el fomento del razonamiento y la reflexión, y de ella surgieron figuras relevantes de la filosofía como Santo Tomás de Aquino.