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Siempre la recuerdo a Adolfina en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, esbelta en su altura, atenta a los movimientos de nuestro Coro Polifónico, a la llegada de Arezzo.
Como siempre cuento, yo estuve allí indefectiblemente, porque al no poder viajar a Resistencia por mis estudios, decidí trasladarme desde Rosario a la Capital Federal (me quedaba mucho más cerca), y por supuesto, con mi flamante cámara fotográfica decidido a perpetuar aquella llegada mítica de mi “corito chaqueño”.
Ahora cobran mayor valor agregado aquellos documentos fotográficos, con la presencia de ella “en las alturas” terrenales (todavía) de Ezeiza.
En aquel momento no supe si estaba viviendo en Buenos Aires o si había viajado especialmente enviada por “El Territorio”, donde trabajaba y por eso mismo, ya de regreso yo a Resistencia, algunas veces recibía mis artículos sobre “Temas de Psicología”, escritos que inauguraron esta permanente (y para mí valiosa) incursión en la prensa chaqueña con temas que alentaron mi actividad y mi compromiso con el entorno.
Adolfina era medio “retobada”, por ahí, y después supuse que sería porque entre los poemas que escribía y sus gacetillas diarias, más ese contacto permanente con “periodistos” de todo tipo, había aprendido a defenderse y poner en práctica eso de “hasta ahí nomás; no sigas”.
Cuando adolescentes ambos, tuve un “encontronazo” con ella, que no llevó sangre al río, por suerte, pero en donde nos miramos con furia: ella como alumna del Colegio “Itatí”, sentada en una butaca de adelante, dándose vuelta fastidiada porque yo –sentado fatalmente atrás y de visita en el salón de actos- estaba comentando algo sin regular el volumen de mi voz y encima, en colegio que no era el mío.
Y bueno, yo también la miré fastidiado. Qué embromar; después —ya adultos— nos reconocimos en nuestras especializaciones y nos respetamos.
El comentario más bello y preciso que rescaté de una de sus gacetillas, fue cuando anunciaba el fallecimiento de Crisanto Domínguez. No lo leí ese día (yo seguía residiendo en Rosario) sino muchas décadas después, cuando preparaba mi libro sobre nuestro escultor.
Es una síntesis periodística objetiva, precisa, pero llena de ternura y respeto hacia Crisanto; una crónica breve pero completa que en unos pocos renglones sintetiza una vida llena de pasión e impulsos; y su ocaso. Que este vuelo definitivo —tan vulgar (popular) como es esto de morirse hoy por el coronavirus— nos sirva para seguir recordándola.
Jorge Castillo - Resistencia.
Editorial Chaco S.A.
Carlos Pellegrini 744, Resistencia
Chaco - Argentina
C.P.:3500
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