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Las tres vidas del pintor de la luz, de Javier Alandes, es una interesante propuesta en la que el autor nos adentra en la juventud de Joaquín Sorolla, una etapa que, tal y como Alandes señala, es «algo más desconocida que la que conocemos a través de sus obras».
De este modo, plantea cómo la llegada a cierta persona de uno de esos cuadros que el famoso pintor realiza en su juventud activa un argumento en el que se plantean varios personajes que, aunque aparentemente no están conectados, pues no interactúan, sí tienen, según comenta Alandes, «unas vidas cruzadas que les van uniendo, al igual que el arte, Valencia y la luz ejercen también de nexos comunes de esos personajes». El nieto de la persona que compra el cuadro, explica, «querrá saber más sobre el porqué de la adquisición y sobre qué relación unía a su abuelo con el pintor universal».
Año 1879. Un joven Joaquín Sorolla trata de buscar su estilo en la Real Academia de San Carlos de Valencia. La llegada de un nuevo profesor a la escuela y la rivalidad con Marcos Galarreta, otro de los alumnos, serán la semilla del genio con el que Sorolla asombrará al mundo entero pocos años después.
Año 2017. Augusto García acaba de fallecer y el bien más preciado que deja a sus herederos es un carboncillo de Sorolla adquirido cuarenta y dos años atrás. Un estudio del cuadro arroja una sorpresa inesperada para sus familiares, que se plantearán todo lo que creían saber sobre su padre y abuelo.
Explicación:
espero que te ayude
Respuesta:
Toda la vida de Magno Bazán está relacionada con la calle San Francisco, en el departamento de San Pedro.
Muchos años después del esfuerzo de su padre, Magno ve llegar el pavimento a esa misma calle, con las horas en el tramo Guayaibi calle bertoni.
Magno tenía una hija, esa hija que también saldrá la vida, por la misma calle que habrió su abuelo hace años atrás.