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Aunque la voz que suena es la suya, como mujer que ama la vida y, por tanto, la música, le pido a Sam que en mitad de la plática se marque unas cuantas partituras.
¿Qué capacidad nos dan los cuentos de soñar?
Tal vez lo que más me atrae es que los cuentos no nos dan la capacidad de soñar. Los cuentos son puertas. Puertas a los sueños y a las pesadillas, en primer lugar, de quienes los narramos. Porque los primeros seducidos por la historia somos quienes la vamos a narrar.
A través de los relatos, ancestralmente, las personas hemos conjurado, explicado, negociado, aterrado, enamorado, seducido al mundo y a nuestros propios terrores con los cuentos. Hay una frase de Chesterton que me gusta mucho, porque sintetiza cualquier explicación al respecto:
Los cuentos de hadas no les avisan a los niños que hay dragones. Ellos ya lo saben. Lo que los cuentos les explican es la manera de matarlos.
Para que el cuento ofrezca los matices de la vida, esto es, la comedia, la ilusión, la esperanza, la tragedia, el dolor y la tristeza, y con tanto matiz aún se mantenga la fuerza por vivir, ¿qué es necesario?
¿Qué es necesario? Sólo contar.
Contar es una condición humana, contar es la posibilidad de dar un orden posible y momentáneo al mundo que nos aterra. Contar nunca es inocente, porque al contar vamos dando un sentido a los sucesos.
La forma narrativa consolida y legitima lo que se narra y se vuelve el instrumento a través del cual los que carecen de otros medios posibles combaten la hegemonía del relato dominante. Porque los cuentos son subversivos, no pedagógicos.
Y construyen una dialéctica entre lo que se esperaba que sucediera y lo que finalmente sucedió. Por eso, contar es estar vivo. Es ser persona.
Después de haber viajado por los cinco continentes, de tener sangre de aquí y de allá, varias preguntas. La primera, ¿qué cuento le contarías ahora a un político cabeza de lista?
Un cuento sufí que se llama, -o yo lo conozco así al menos– El hombre sabio.
Su protagonista peregrina rumbo al sitio en el que (a priori) hallará la sabiduría, y enceguecido por su propósito ignora las señales que a su paso los dioses le van enviando. Naturalmente, fracasa. Como cada quien que no vemos las señales, las luces, las oportunidades, los avisos que en el camino vamos recibiendo. Y acabamos atribuyendo nuestro fracaso al destino, a las maldiciones, al tiempo, y no nos sentamos a pensar.
La segunda, ¿y a un financiero y a un constructor con mando en plaza?
El mismo cuento que a los anteriores. Padecen de lo mismo: omnipotencia.
La tercera, ¿a los que viven para su egolatría y el consumismo?
Este se me ocurrió rápidamente: la maravillosa y eterna historia de la Camisa del hombre feliz: una paradoja enorme y simple, muy simple…
Pero, como buena cuentera, no les cuento más. Búsquenme y les cuento.
Qué diferencias hallas y qué similitudes entre un cuento iberoamericano y un cuento anglosajón o uno árabe, en el contenido y en las formas.
Cada historia emerge de una cultura que la alberga, que le da sentido. Aún cuando estemos frente a historias que se hunden en el pasado remotísimo, cada quien que la cuenta, que la regresa al presente, que la pone a respirar nuevamente, la dota de circunstancias, características y detalles que la vuelven reconocible para quienes la están escuchando.
En los ciclos mitológicos, o en los relatos fundacionales de pueblos diversos, se manifiestan lo que los hizo únicos.
En mi caso, al estar interesada e involucrada en actividades y grupos de investigación en estudios de género, el rol, las actividades, las conductas, y hechos atribuidos a las mujeres me abren la puerta a la mirada que los pueblos tuvieron sobre la condición femenina, los roles de las mujeres, lo abierto y lo clausurado.
Desde este último concepto, lo abierto y lo cerrado en tanto espacios permitidos, tanto físicos como simbólicos, te respondo que los relatos celtas dan cuenta de personajes femeninos que transitan los mismos espacios que los hombres (vitales, espirituales).
Ya en el caso de los iberoamericanos estaríamos hablando de un mestizaje: cada pueblo originario tenía su ciclo de relatos que fueron invisibilizados por la conquista, por un lado, y sostenidos en resistencia, por el otro. El resultado es un corpus de cuentos que dan cuenta de este proceso, y conservan aún la mirada sobre lo femenino que cada pueblo originario tenía al respecto.
Explicación:
:)
Respuesta:
:3
Explicación:
la verdad no sirve no me dejo copiar el texto