Construye una hipótesis sobre el impacto que tuvo la ilustración en la sociedad de fines de la Edad Moderna.
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Desde el punto de vista del análisis histórico, la situación es aún más compleja, pero la erudición de Pagden, lo mismo que el carácter abierto de la definición “típica ideal” que adopta de “Ilustración”, le presta una perspectiva comprensiva y le permite referirse a sus distintas variedades “nacionales”, sobre todo en la Europa continental, al tiempo que le facilita integrar en el análisis elementos genealógicos muy diversos (desde el punto de vista de sociedades, autores y lenguas), para ofrecer un cuadro complejo y matizado de ese puntal del mundo moderno que es la Ilustración.
En esa genealogía y definición de la Ilustración que presenta Anthony Pagden hay varios elementos que resultan esenciales. Mencionemos algunos de ellos, empezando por uno de los que considero más importantes. Se trata de poner en su lugar la simplificación que en su crítica interesada de la Ilustración produjo el Romanticismo, con su idea de que esta consistía ante todo en una reducción unilateral del hombre a la razón y, por lo tanto, en un desprecio manifiesto por todos los elementos de sensibilidad y de sentimiento que pueden caracterizar a individuos y a sociedades. Pagden demuestra con elementos conceptuales, con citas repetidas y con referencias biográficas y bibliográficas que esa crítica no tiene mayores fundamentos cuando se hace un balance amplio y atento a circunstancias y contextos. En parte la idea que deja clara Pagden sería la de que la situación puede haber sido la contraria, y que las distintas vertientes del fenómeno ilustrado produjeron una idea compleja del ser humano, una idea que no reduce ni la vida social ni la vida individual a la “idea de razón” o de “cálculo racional”, como la reacción romántica conservadora lo afirmaba. Posiblemente lo que ha ocurrido en la historia de la cultura y de las ideas en el siglo XIX europeo es que se puso entre paréntesis la palabra crítica, en la expresión la “razón crítica”, y se pasó enseguida, con olvido de los textos, a insistir en que los “racionalistas” de finales del siglo XVII y del siglo XVIII, reducían al ser humano a la razón y declaraban todo lo demás como prueba de ausencia de civilización, de superstición y de atraso cultural.
Otro elemento presente en el análisis de Pagden tiene que ver con la idea de una nueva ciencia del hombre -no solo una antropología, también una historia, una geografía y una lingüística- que parece ser un producto y una condición del pensamiento ilustrado. Lejos de la actitud puramente empirista a que podían arrastrar los avances que en el campo de la documentación y la observación había arrojado la aventura del descubrimiento de América y de otras sociedades hasta antes desconocidas, la Ilustración supo sacar las mejores consecuencias analíticas de ese nuevo contacto entre sociedades, produciendo una poderosa reflexión sobre la diversidad humana, idea que en muy pocos casos se opuso a la idea de una naturaleza humana universal.