Respuestas
Respuesta:
uan J. Llach
Con la colaboración de Mauricio Grotz
El no haber puesto nunca en práctica el sistema federal establecido en nuestra Constitución desde 1853 ha tenido y tiene consecuencias muy negativas para la Argentina. Las tiene para la economía y para la sociedad, pero la principal es, sin dudas, la de haber deteriorado seriamente el funcionamiento de las otras dos dimensiones de nuestro sistema político, la representativa y la republicana. Esta es la principal conclusión que surge del trabajo de investigación publicado en estos días en el libro Federales y Unitarios en el siglo XXI (Buenos Aires: Temas, 2013). Se trata de una obra sobre la teoría y la práctica del federalismo, muy especialmente de sus aspectos fiscales, económicos y sociales, y su aplicación a la Argentina.
El capítulo I sirve de introducción y, mirando al mundo, pone en evidencia un generalizado renacer de lo local. Casi no hay país en el que los reclamos autonómicos regionales, provinciales o locales no se hagan oír cada vez con más fuerza e insistencia, en lo que parecería ser una tendencia irreversible, a veces, contrabalanceada por la formación de un gran bloque regional, como ha ocurrido destacadamente en Europa. En ese marco, el libro pretende ser un primer paso de un proyecto más vasto sobre “poderes globales y poderes locales” –desarrollado en el GESE[1] del IAE, Universidad Austral- que busca realzar la relevancia no siempre reconocida de la dimensión territorial y de sus lazos con la cuestión tributaria a lo largo de la historia. El capítulo también muestra qué sabemos hasta ahora de cómo se organiza y cómo debería organizarse la dimensión fiscal de la descentralización y del federalismo.
Después de brindar un marco histórico del federalismo fiscal en la Argentina el capítulo II describe y analiza su anatomía. En marcado contraste con las lacrimosas declamaciones federalistas que atestiguamos a menudo, se muestra, con evidencia comparada, que nuestro régimen es uno de los menos federales del mundo, que esto se ha acentuado notoriamente en el siglo XXI y que sobre esa base se ha desarrollado una fuerte propensión, en parte tradicional en la Argentina, a construir un régimen hegemónico, con vocación de limitar fuertemente a los otros poderes del Estado, con marcadas inequidades entre provincias y regiones y con consecuencias económicas y sociales sumamente negativas. También se muestra en el capítulo que el centralismo fiscal está muy asociado a una inusitada magnitud de impuestos distorsivos, cercana al 8% del PIB si se incluye al impuesto inflacionario. En fin, también se muestra que la distorsión federal y la distorsión productiva tampoco puede justificarse en aras de la progresividad tributaria, porque también en este aspecto la Argentina muestra una bajísima participación de los impuestos a la renta y a la propiedad.
Explicación: