• Asignatura: Biología
  • Autor: LOKOCHALEN
  • hace 6 años

que tipo de flora y fauna exotica se cuidaba en el tiempo de los mayas​

Respuestas

Respuesta dada por: camimontejo6
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Respuesta:

ésta sería espero te ayude

Explicación:

Pese a la severa deforestación de las últimas décadas, la abundancia de árboles es todavía una de las características más conspicuas del área maya. Ello se refleja incluso en la etimología de vocablos como Guatemala (del nawatl Kwawtimala-tlan) y K’iche’, ambos con el significado de «región donde abundan los árboles». En las partes montañosas de las tierras altas abundan especies de pino y coníferas, mientras que en los valles crecen grandes árboles como el roble. Hoy en día el clima de las laderas montañosas es apto para el cultivo de café de excepcional calidad, aunque este no fue introducido sino hasta el siglo XIX. El principal modo de subsistencia en la antigüedad fue —y hasta nuestros días sigue siendo— el cultivo de la milpa (‘parcela’ en nawatl), para lo cual se modificaban las laderas en forma de terrazas, técnica que permite ampliar la superficie cultivable, a la vez que capta los ricos depósitos de tierra fértil arrastrados por las lluvia. En estas terrazas se practicó intensivamente la agricultura de «roza y quema», que más adelante discutiremos en profundidad. Desafortunadamente, este tipo de agricultura requiere deforestar grandes extensiones de terreno, lo cual, aunado a la introducción de prácticas occidentales como la ganadería y la tala de maderas preciosas, ha acabado con la mayor parte del bosque tropical de montaña de las tierras altas, diezmando con ello incontables especies de fauna. Como resultado, la otrora gran biodiversidad de las tierras altas y bajas incluye ahora muchas especies animales y vegetales en peligro de extinción. La zona transicional entre ambas regiones, comprendida por las tierras bajas del sur, presenta características medioambientales únicas, como son la vegetación de tipo tropical en las partes bajas y los valles —incluyendo árboles de ramón, caoba y ceiba— y de tipo boreal en las laderas y cumbres montañosas, como los bosques de coníferas, robles, cactáceas, musgo y líquenes.

Sin embargo, el grueso de la alta civilización maya se desarrolló en las tierras bajas centrales, cubiertas por selvas siempre verdes (llamadas bosques tropicales perennifolios), cuyas altas copas llegan a bloquear el paso de hasta el 99% de la luz solar hacia el suelo, cubierto por una gruesa capa de humus conformado de hojas en descomposición. El alto índice de precipitación fluvial permite allí densidades de hasta ciento cincuenta especies arbóreas por hectárea y una diversidad increíble de plantas, muchas con propiedades alimenticias o medicinales que los mayas conocieron mejor que nadie. Los incontables árboles se distribuyen formando entre tres y cinco estratos bien diferenciados. Allí abundan especies como la ceiba, enorme árbol nativo que alcanza hasta setenta metros de altura. Simbólicamente, la ceiba jugó un papel fundamental en el pensamiento maya, al hacer las veces de axis mundi o eje del cosmos. En estratos inferiores aparece la caoba —de hasta cuarenta metros de altura—y el ramón —de entre veinte y treinta y cinco metros de altura—, que produce pequeños frutos que pueden molerse en una pasta similar a la masa de maíz con la cual los mayas elaboraban tamales, cuyas partes en ocasiones se combinaban o sustituían por las de maíz en la dieta, especialmente en épocas de escasez. Otras especies son el cedro español y el chicozapote, pudiendo este último rebasar los treinta metros de altura. La dureza de su madera lo hizo ideal para la fabricación de dinteles y postes en la arquitectura, amén de que su savia produce el chicle o goma arábiga, cuya sobreexplotación en tiempos modernos lo ha convertido en un recurso escaso, aunque también ha propiciado el descubrimiento de un sinnúmero de ciudades mayas ocultas en la espesura de la selva.

El árbol de cacao asociado a un dios del maíz en contorsión. Imagen en vasija cerámica. Tierras bajas del sur. Clásico temprano.

Por su parte, el amate o árbol de ficus produce un fruto no comestible similar al de la higuera, y de su corteza macerada se extrae una pulpa que es golpeada hasta producir láminas delgadas que son luego puestas a secar al sol, obteniéndose así el preciado papel amate que era luego recubierto de níveo estuco, sobre el cual podían pintarse con los más brillantes colores los incontables libros plegables mayas tipo biombo o códices, como los que aún existen en Madrid, París y Dresde, según mencionamos previamente. Otra especie arbórea fue el palotinto o «palo de Campeche», del que los mayas obtenían la tintura negra, un pigmento muy apreciado. Había también palmas como la de corozal —que produce un aceite comestible exquisito— o bien la palma de guano, cuyas hojas siguen cubriendo los techos de las viviendas mayas de hoy, tal y como lo hicieron más de mil años atrás.

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