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, Hernán Cortés, al mando de un reducido grupo de españoles y de una coalición de pueblos indígenas, conquistó la ciudad de Tenochtitlán, poniendo fin al poderoso Imperio azteca. Como todos los grandes conquistadores del siglo XVI, Hernán Cortésno era un recién llegado a las Indias cuando emprendió la conquista del Imperio azteca.
En 1518, el modesto hidalgo nacido en Medellín (Extremadura) hacía unos 33 años, se había convertido en un próspero encomendero militar, tras pasar siete años en La Española y ocho en Cuba como secretario del gobernador Diego Velázquez. Era también un gran conocedor del mundo indígena y no estaba menos curtido en las trifulcas habituales entre los españoles de Indias, siempre deseosos de acrecentar sus patrimonios y enfrentado por el disfrute de las concesiones de indios y prebendas administrativas. Los españoles, asentados en las islas del Caribe, habían establecido escasos contactos con el imperio más poderoso del continente, el azteca.
Desde 1515, dos expediciones habían bordeado el litoral mexicano, y en 1518 Diego Velázquez encomendó una tercera expedición a su secretario, Hernán Cortés. Este partió desde Cuba a finales de ese año. En los meses siguientes, desobedeciendo las órdenes del gobernador, convirtió lo que debía ser una misión exploratoria en una empresa de conquista de proporciones legendarias, que le permitió en poco tiempo hacerse con el dominio de un imperio poblado por más de 15 millones de personas.
En 1519 -el año I Caña según el calendario azteca-, Cortés y su gente arribaron a la costa mexicanaTenochtitlán, donde se impusieron con rapidez a los hostiles indígenas de la zona. Como parte del botín de guerra se recibieron veinte jóvenes indias, entre las que se encontraba la que sería conocida como Malinche, o doña Marina, una doncella que dominaba varias lenguas indígenas y que pronto aprendió el castellano, con lo que resultó crucial para Cortés en sus designios de invasión. El conquistador engendró con ella a su hijo Martín, considerado el primer mestizo de la América continental. En su camino hacia la capital del Imperio azteca, los españoles lograron el apoyo de los nativos totonacas de la ciudad de Cempoala, que de este modo se liberaban de la opresión azteca.
Cortes logró imponerse militarmente al pueblo txacalteca, establecer una alianza en base a sus intereses e incorporar a sus tropas a miles de guerreros txacaltecos. El caudillo empezó a darse cuenta de la ventaja que para los españoles suponían las divisiones entre los distintos pueblos nativos, y especialmente el odio existente entre muchas poblaciones contra los aztecas y su política de imperialismo y terror.
Tras imponerse militarmente a otro pueblo nativo, los tlaxcaltecas, Cortés logró incorporar a sus tropas a miles de guerreros de esta etnia. El caudillo empezó a darse cuenta de la ventaja que para los españoles suponían las divisiones entre los distintos pueblos nativos, y especialmente el odio existente entre muchas poblaciones contra los aztecas y su política de imperialismo y terror. En cierto modo, la conquista de México por Cortés fue una guerra de liberación de los pueblos mexicanos frente al dominio azteca. Sin embargo, los aztecas también contaron con socios, con los que Cortés se mostró especialmente beligerante.
En la llamada Noche Triste, el 30 de junio de 1520, Cortés y sus hombres se vieron obligados a huir de la ciudad, acosados por los aztecas, que les provocaron centenares de bajas. Pocos días después se libró la batalla de Otumba. Frente a los feroces guerreros jaguar y águila, los de Cortés pudieron recomponerse y hacer un uso efectivo de la caballería contra los aztecas.
A finales de abril de 1521 comenzó el asedio final a la capital mexicana. En la lucha se impuso la superioridad técnica europea.