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El origen de esta expresión se remonta a la España de la Edad Media, cuando la gente hacía sus necesidades en bacinicas porque no existían los drenajes. En ese entonces, estos adminículos se vaciaban a la calle al grito de: ¡aguas!, para que los transeúntes no sufrieran las salpicaduras de lo que a final de cuentas, no era más que orines y excremento.
Fueron los españoles quienes introdujeron esta interjección en muchas de las colonias que fundaron en América, de modo que a partir del siglo xv hacer aguas significaba orinar, aguas menores significaba orines y aguas mayores, excremento.
Con el paso del tiempo su significado fue cambiando hasta llegar a tener varias connotaciones, como la que registra Guido Gómez de Silva en su «Diccionario breve de mexicanismos», ¡aguas!, significa ¡cuidado!; «¡aguas, ahí viene tu marido!», «¡aguas, te vas a pegar!»
espero y te ayude