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Ofrendas y sacrificios
A los dioses se ofrecía panes, frutos, flores y perfumes, o bien sacrificios cruentos. Éstos últimos podían ser holocaustos, en cuyo caso todo el animal era quemado en el altar y ofrecido a los dioses. Con frecuencia, sólo se ofrecían y quemaban las vísceras, grasa y huesos. El humo que ascendía al cielo servía de ofrenda y alimento a los dioses. El resto de la carne era consumida en un banquete ritual, en el que sólo participaban los ciudadanos.
Plegarias
A través de esta práctica los fieles intentaban contactar con los dioses, con frecuencia para pedirles algún favor. Las oraciones eran muy precisas y exigían la correcta expresión de los nombres y epítetos de los dioses o diosas invocados. Los fieles pronunciaban sus plegarias de pie y en voz alta. Las ocasiones para orar eran múltiples: desde cotidianas, como las comidas o el trabajo en el campo, hasta situaciones solemnes como el inicio de una batalla. Generalmente las plegarias se acompañaban de libaciones.
Libaciones
Consistían en verter un líquido sobre un ara o sobre el suelo, indicando a quién iba dirigido y por qué se ofrecía. Se usaban vino, leche y miel. Se vertía un poco del líquido contenido en una jarra (oinochoe) en una pátera (phiale) y, a continuación, éste se derramaba sobre un ara o en el suelo. El líquido podía ser consagrado por completo o sólo una parte (el resto se bebía). Se hacían libaciones en muchas ocasiones: antes de cada banquete (en honor a Dionisos) y de cada sacrificio, así como en los funerales, con motivo de la firma de tratados, etc. Este rito podía ser realizado tanto por hombres como por mujeres, a diferencia de los sacrificios, en los que sólo oficiaban ciudadanos varones y adultos
Purificaciones
Los fieles que pretendían comunicarse con los dioses a través de ritos religiosos debían encontrarse en un estado de pureza, tanto física como espiritual. La purificación podía conseguirse a través de distintos medios. A la entrada de los santuarios se realizaban abluciones. Después de un nacimiento o de una defunción dentro de una casa era preciso purificar ésta mediante el sacrificio de un lechón. Cuando los hechos eran más graves, como un asesinato, o cuando afectaban a toda la comunidad, los ritos de purificación eran más complejos.