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No recuerdo exactamente la primera vez que escuché la palabra “oligarquía”, lo que sí recuerdo es que en la mayoría de las veces, quien la pronuncia lo hace asignándole una connotación peyorativa. También recuerdo las clases de historia en el colegio, la profesora a cargo del dictado de este curso usaba siempre este término para hacer alusión a una clase social y/o económica en particular: los terratenientes. Quizás por ello, yo creí durante largo tiempo que “ser un oligarca” significaba formar parte de una clase (los ricos) en contraposición de las grandes mayorías de la patria (los pobres).
Sin embargo, luego de revisar libros y lecturas, y gracias a la orientación de algunos buenos profesores (Sinesio López, Henry Pease, y especialmente Piero Corvetto) me he podido dar cuenta de que el concepto que usualmente se maneja de oligarquía (en medios de comunicación y publicaciones) no es necesariamente el más correcto, por ello, en esta oportunidad, trataré de abordar este tema, advirtiendo que en América Latina la oligarquía ha sido un proceso que se consolidó básicamente entre los años 1880 y 1930 (en el Perú, la oligarquía llegó a su fin recién a fines de los sesenta).
¿Qué debemos entender por oligarquía?
La oligarquía es una forma de ejercicio de la dominación política por un grupo minoritario perteneciente a clases sociales que detentan poder económico y social (Waldo Ansaldi). También podemos conceptualizar a la oligarquía como una forma política e institucionalizada más o menos centralizada que asumió el Estado en países periféricos, en la fase capitalista de exportación de materias primas y alimentos, cuando estuvo en manos de las élites señoriales (Sinesio López).

Características generales de la oligarquía latinoamericana
Para algunos especialistas (Corvetto Salinas), la oligarquía latinoamericana presentó básicamente cuatro grandes características:
1) Fue un sistema de dominación excluyente que le negó a las grandes mayorías la posibilidad de participar en el proceso de deliberación política, económica y social.
2) Tuvo como actor principal a la clase terrateniente, pues fueron los titulares de la propiedad de la tierra los protagonistas de excepción en este proceso. El poder económico y social que la clase terrateniente llegó a tener, le permitió consolidar su hegemonía en un sistema político al que lograron poner al servicio de sus intereses.
3) Apostó por un modelo económico hacia afuera que privilegió la exportación de materias primas (minerales) y alimentos (cereales, azúcar, caña y otros productos) al mercado exterior, sentando las bases de lo que hoy conocemos con el nombre de economías abiertas, generando una enorme brecha (enclaves) entre los sectores vinculados al mercado exterior (tecnificado) y los sectores de producción local (artesanal).
4) Consolidó su posición privilegiada a partir de la construcción de una red de relaciones parentales y familiares que hizo del matrimonio el instrumento fundamental para garantizar, consolidar y ampliar su poder político y económico a futuro (sólo se casaban entre ellos).

¿Qué tipo de estado construyó la oligarquía latinoamericana?
Los estados oligárquicos latinoamericanos fueron siempre sistemas de dominación racial, étnica y social, de las élites criollas, señoriales y terratenientes sobre sociedades multiculturales, cuya población fue sometida por medio de relaciones de servidumbre y discriminación étnica (Sinesio López). Eso explica el tipo de estado que la oligarquía construyó, el mismo que respondía exclusivamente a sus demandas, y que garantizó y protegió sus intereses como si estos representaran a toda la nación. Así, podemos decir que el estado oligárquico se caracterizó por lo siguiente:
1) Fue un estado patrimonialista pues estuvo al servicio de los intereses de la oligarquía en detrimento de las demandas de los sectores populares excluidos.
2) Fue un estado que se desarrolló en el marco de una sociedad altamente jerarquizada, en donde las relaciones sociales respondían a criterios de servidumbre y sumisión (terrateniente-siervo).
3) Fue un estado que apostó por la consolidación de su aparato público, centrando su atención principalmente en dos instituciones: a) La burocracia; y b) Las Fuerzas Armadas.
4) Fue un estado que buscó progresivamente ganar autonomía e independencia frente al poder religioso.
5) Fue un estado políticamente excluyente que limitó severamente la ciudadanía, pues el reconocimiento y ejercicio de derechos civiles y políticos (también sociales y económicos) se circunscribió a un pequeño y reducido grupo de la sociedad (la oligarquía). Basta recordar que en el Perú, por ejemplo, luego de las reformas electorales promulgadas por Nicolás de Piérola (fines del siglo XIX e inicios del XX), el padrón electoral representaba a apenas el 2% de la población de ese entonces (Corvetto Salinas).