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Juan Carlos Onganía, el dictador que se proponía gobernar la Argentina por cuarenta años, nació en Marcos Paz, provincia de Buenos Aires, el 17 de marzo de 1914. Sus padres se dedicaban a las tareas agrícolas y atendían un pequeño almacén. Cursó la escuela primaria en colegios parroquiales. A los diecisiete años ingresó al Colegio Militar y a los veinte se graduó como teniente. Fue ocupando diversos destinos y ascendiendo en la carrera militar hasta llegar en 1959, durante el gobierno de Arturo Frondizi, al grado de General de Brigada en el arma de caballería.
Atrajo la atención de los medios y la opinión pública en 1962 cuando encabezó el bando azul en los enfrentamientos internos que se produjeron durante el breve gobierno de Guido. La base de la oposición entre azules y colorados se hallaba en su concepción respecto del peronismo. Ambos sectores eran antiperonistas pero en distinta forma. Para los colorados, el peronismo era considerado un movimiento de clase sectario y violento que podría dar lugar al comunismo. Por el contrario, los azules consideraban que, a pesar de sus excesos y de sus abusos, el peronismo era una fuerza nacional y cristiana que permitió a la clase obrera no volcarse hacia el comunismo.
El triunfo de los azules le valió a Onganía su promoción a Comandante en Jefe del Ejército. Políticamente se dio una situación paradójica. Debido a las presiones de los factores de poder, los azules, que acaudillados por Onganía ejercían de hecho el poder durante el débil gobierno de Guido, terminan imponiendo el proyecto de los colorados ya que, finalmente, el gobierno de Guido con su ministro del Interior, el general Villegas, un militar azul, termina proscribiendo el peronismo, una situación que nadie esperaba.
El 7 de agosto de 1964, el general Onganía pronuncia en la Academia Militar de West Point, Estados Unidos, durante la Quinta Conferencia de Ejércitos Americanos, un discurso que preanuncia la Doctrina de la Seguridad Nacional, según la cual, el enemigo estaba ahora fronteras adentro. Los opositores eran calificados genéricamente como comunistas, en contra del sistema de vida “occidental y cristiano”.
En noviembre de 1965, Onganía decidió pasar a un segundo plano, según versiones, para planificar un futuro golpe de estado, y renunció a la Comandancia del ejército. Fue reemplazado por el General Pistarini
Pese a sus logros, Illia estaba muy condicionado por los factores de poder que mantenían una rígida postura frente al peronismo y presionaban para que siguiera proscripto. Veían en la política social del gobierno radical rasgos populistas. Parte del empresariado entendía que el presidente se apartaba de las prácticas liberales tradicionales de reducción de la inversión en rubros como salud y educación, y comenzaron a conspirar con los sectores golpistas del ejército a los que se sumaron sectores gremiales y la mayoría de la prensa.