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pues lo que yo pienso era para representar sus sentimientos y su forma de vivir en esos tiempos
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Las pinturas rupestres es un tipo de arte prehistórico realizado por los hombres prehistóricos, que demuestran que el hombre, desde su origen en la Tierra es capaz de realizar obras de arte en las paredes de las cavernas que habitaba. También se realizó pintura sobre cantos rodados, escultura, cerámicas decoradas y objetos ornamentales.
Las pinturas rupestres en las paredes de las cavernas, en las que se representan seres humanos y animales, puede ser encontrada en todos los continentes de la Tierra. Parece que todos los grupos humanos al pasar por la fase de cazadores recolectores crearon este tipo de trabajo plástico duradero en el que expresan la especial relación que tenían con las criaturas de su entorno y con sus deidades. Los motivos y materiales de las distintas pinturas rupestres del mundo tienen un parecido entre sí, a pesar de haber sido realizados a miles de kilómetros de distancia y a miles de años de diferencia.
El dato más antiguo que se posee sobre el conocimiento de estas pinturas procede de José Mariano Rothea, misionero en San Ignacio de 1759 a 1768, que conocía algunos de las grandes pinturas rupestres de la Baja California. En el caso de Europa el primer hallazgo de este tipo de pinturas se realizó en la Cueva de Altamira en Santillana del Mar (Cantabria) en 1879 siendo el autor del descubrimiento Marcelino Sanz de Sautuola quien lo realizó casualmente. Tras comunicar el hallazgo no fue creído y se le tuvo por un impostor. Sin embargo, años después se realizaron descubrimientos similares en suelo francés y el hallazgo de Sautuola fue póstumamente aceptado. La cercanía de estas zonas (la cornisa cantábrica española y el sur de Francia) y otras características compartidas (estilísticas, técnicas, cronológicas, de ubicación...) han permitido en Europa englobar estas pinturas bajo la denominación de «Escuela franco-cantábrica». En 1907, Juan Cabré Aguiló descubrió unas pinturas de ciervos en la Roca de los Moros de Calapatá (Teruel), de un estilo diferente de las pinturas de Altamira.
En las pinturas sobre las paredes de las cavernas, pintura rupestre, cabe distinguir varias tendencias o escuelas. Una de ellas es la tradicionalmente llamada francocantábrica que se desarrolla en Europa, especialmente en territorio francés y al Norte de la Península Ibérica, hasta puntos muy occidentales de Asia.
Su estilo es muy variado, se representan desde contornos e impresiones de manos a figuras de animales, primero en formas sencillas, siluetas en negro de caballos, bisontes, ciervos y otras especies propias de la fauna del entorno (mamuts, jabalíes, rinocerontes, elefantes, etc.), a veces también grabados en la roca.
Después, el sentido artístico se va perfeccionando y las figuras no sólo se perfilan, sino que también se decoran en su interior con un profundo sentido naturalista (variedad cromática, sentido del volumen, movimiento). Las figuras, aunque se yuxtaponen sobre la pared, no forman escenas, en las que casi nunca aparece la figura humana, en cambio es muy frecuente la aparición de signos y símbolos, que se relacionan con el carácter mágico-religioso que se les atribuye a estas manifestaciones artísticas primitivas, como rituales realizadas para propiciar la caza.
La pintura rupestre puede entenderse como un rito mágico-religioso que busca favorecer la captura de los animales, imprescindibles para la alimentación y la subsistencia, como individuos aislados y como especie.
Las obras maestras de la pintura en el Paleolítico se encuentran en España en la Cueva de Altamira y en Francia las cuevas de Lascaux y Trois Frères. En una fecha muy posterior, más relacionadas con las transformaciones climáticas surgidas en el Mesolítico, aparecen en el sur de Europa nuevas culturas que dan lugar a nuevas tendencias pictóricas.
Paleolítico
Las muestras más primitivas de arte rupestre están constituidas por huellas de manos cercadas con trazos rojos, ocres, negros o amarillos; series de puntos, de discos; ejecución de simples siluetas, seguidas luego de dibujos lineales. Todo ello realizado todavía con tintas planas. La evolución paulatina de este arte condujo al apogeo pictórico de la época magdaleniense caracterizado por el triunfo de la policromía y el naturalismo, así como por el aumento de temas y obras realizadas.
No obstante, una característica de la pintura del Paleolítico es la ausencia casi absoluta, salvo muy contadas excepciones, de la figura humana. Lo que sí existe es la representación de figuras antropomorfas vagamente insinuadas, siendo también frecuentes los dibujos de trampas, líneas y signos tectiformes (al que se le supone un significado y tienen forma de techo o cabaña).
Mesolítico y Neolítico
Durante en Mesolítico y el Neolítico ha de tenerse en cuenta el profundo cambio de las relaciones sociales: descubrimiento de la agricultura, la ganadería y la cerámica y la vida sedentaria y urbana.