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Napoleón termina con la monarquía española
Napoleón Bonaparte, con su cargo de cónsul modifico la constitución y se convirtió en el cónsul único y vitalicio. En 1805 se creyó con el derecho de convertirse en emperador, y así lo hizo. Restableció el orden interno, reorganizo las finanzas públicas y firmo el concordato con el papa.
Las tropas napoleónicas invadieron la Península Ibérica, por un problema que tuvieron con Portugal, respecto a las mercancías inglesas.
En aquellos momentos España pasaba por problemas políticos, y el Rey era de personalidad débil, por eso a Napoleón se le hizo fácil ir, quitarle la corona y entregársela a su hermano, José Bonaparte, terminando así con su monarquía absolutista.
Las Guerras Napoleónicas
Las Guerras Napoleónicas fueron una serie de conflictos militares que tuvieron lugar durante el tiempo en que Napoleón Bonaparte gobernó en Francia. Fueron en parte una extensión de los conflictos que estallaron a causa de la Revolución Francesa, y continuaron durante todo el Primer Imperio Francés. No existe consenso sobre el momento exacto en que comenzaron estas guerras. Hay quien considera que empezaron cuando Napoleón alcanzó el poder en Francia, en noviembre de 1799. Otras versiones sitúan el periodo bélico entre 1799 y 1802 en el contexto de las Guerras Revolucionarias Francesas, y consideran la declaración de guerra entre el Reino Unido y Francia en 1803, que siguió al breve periodo de paz del Tratado de Amiens en 1802 como el punto inicial de las Guerras Napoleónicas. Las Guerras Napoleónicas finalizaron el 20 de noviembre de 1815, tras la derrota final de Napoleón en la Batalla de Waterloo y el Segundo Tratado de París de 1815. En conjunto, el casi continuado período de guerras comprendido entre el 20 de abril de 1792 y hasta el 20 de noviembre de 1815 es llamado con frecuencia La Gran Guerra Francesa (anterior a la Primera Guerra Mundial, llamada simplemente La Gran Guerra).
La campaña rusa y la derrota de Napoleón
Las tropas del emperador Napoleón se disponían, en Noviembre de 1812, a derribar la última puerta de la Europa Oriental: pretendían hacerse con el Imperio de Rusia, y asomaban ya a las puertas de Moscú. Sin embargo, la Grande Armée sufrió una derrota decisiva que pocos se habían atrevido a pronosticar. Ya diezmada por los combates, el frío, el hambre y las deserciones, sufrió muchas pérdidas cuando, en plena retirada, hubo de cruzar de nuevo el río Beresina. Miles de soldados murieron allí ahogados, víctimas de los cañones rusos y del constante hostigamientos al que los sometían los cosacos y los cuerpos de campesinos. Alarmado por las preocupantes noticias del golpe de estado que planeaba el general Malet, Napoleón se vio obligado a regresar apresuradamente a París, y el ejército quedó, a fecha del 30 de Noviembre de 1812, al mando de Murat. Pero le quedan solamente diez mil hombres.
La campaña napoleónica contra el imperio zarista había comenzado varios meses antes, en Junio, a causa de las graves discrepancias políticas entre Alejandro I y Napoleón. Desde el punto de vista francés, el incumplimiento, por parte de los rusos, de los acuerdos de Erfurt que permitían a los británicos vender sus mercancías en territorio ruso, eran hechos que justificaban sobradamente una acción bélica. De manera que Napoleón organizo un enorme ejército de seiscientos diez mil hombres, de los que sólo la mitad eran franceses; los demás eran tropas auxiliares procedentes de estados vasallos ya conquistados: había allí veinte mil prusianos, treinta mil austríacos, y cien mil polacos. Cuando cruzaron el Niemen sin previa declaración de guerra, Napoleón ocupó Vilno y poco después Vitebsk, pero no cumplió su principal objetivo de obligar al ejército ruso a enfrentarse abiertamente a sus tropas. La estrategia rusa, para desesperación de Napoleón, quedó clara desde el principio: retirarse continuamente para desgastar al enemigo y conservar intactas las fuerzas propias.
Napoleón Bonaparte, con su cargo de cónsul modifico la constitución y se convirtió en el cónsul único y vitalicio. En 1805 se creyó con el derecho de convertirse en emperador, y así lo hizo. Restableció el orden interno, reorganizo las finanzas públicas y firmo el concordato con el papa.
Las tropas napoleónicas invadieron la Península Ibérica, por un problema que tuvieron con Portugal, respecto a las mercancías inglesas.
En aquellos momentos España pasaba por problemas políticos, y el Rey era de personalidad débil, por eso a Napoleón se le hizo fácil ir, quitarle la corona y entregársela a su hermano, José Bonaparte, terminando así con su monarquía absolutista.
Las Guerras Napoleónicas
Las Guerras Napoleónicas fueron una serie de conflictos militares que tuvieron lugar durante el tiempo en que Napoleón Bonaparte gobernó en Francia. Fueron en parte una extensión de los conflictos que estallaron a causa de la Revolución Francesa, y continuaron durante todo el Primer Imperio Francés. No existe consenso sobre el momento exacto en que comenzaron estas guerras. Hay quien considera que empezaron cuando Napoleón alcanzó el poder en Francia, en noviembre de 1799. Otras versiones sitúan el periodo bélico entre 1799 y 1802 en el contexto de las Guerras Revolucionarias Francesas, y consideran la declaración de guerra entre el Reino Unido y Francia en 1803, que siguió al breve periodo de paz del Tratado de Amiens en 1802 como el punto inicial de las Guerras Napoleónicas. Las Guerras Napoleónicas finalizaron el 20 de noviembre de 1815, tras la derrota final de Napoleón en la Batalla de Waterloo y el Segundo Tratado de París de 1815. En conjunto, el casi continuado período de guerras comprendido entre el 20 de abril de 1792 y hasta el 20 de noviembre de 1815 es llamado con frecuencia La Gran Guerra Francesa (anterior a la Primera Guerra Mundial, llamada simplemente La Gran Guerra).
La campaña rusa y la derrota de Napoleón
Las tropas del emperador Napoleón se disponían, en Noviembre de 1812, a derribar la última puerta de la Europa Oriental: pretendían hacerse con el Imperio de Rusia, y asomaban ya a las puertas de Moscú. Sin embargo, la Grande Armée sufrió una derrota decisiva que pocos se habían atrevido a pronosticar. Ya diezmada por los combates, el frío, el hambre y las deserciones, sufrió muchas pérdidas cuando, en plena retirada, hubo de cruzar de nuevo el río Beresina. Miles de soldados murieron allí ahogados, víctimas de los cañones rusos y del constante hostigamientos al que los sometían los cosacos y los cuerpos de campesinos. Alarmado por las preocupantes noticias del golpe de estado que planeaba el general Malet, Napoleón se vio obligado a regresar apresuradamente a París, y el ejército quedó, a fecha del 30 de Noviembre de 1812, al mando de Murat. Pero le quedan solamente diez mil hombres.
La campaña napoleónica contra el imperio zarista había comenzado varios meses antes, en Junio, a causa de las graves discrepancias políticas entre Alejandro I y Napoleón. Desde el punto de vista francés, el incumplimiento, por parte de los rusos, de los acuerdos de Erfurt que permitían a los británicos vender sus mercancías en territorio ruso, eran hechos que justificaban sobradamente una acción bélica. De manera que Napoleón organizo un enorme ejército de seiscientos diez mil hombres, de los que sólo la mitad eran franceses; los demás eran tropas auxiliares procedentes de estados vasallos ya conquistados: había allí veinte mil prusianos, treinta mil austríacos, y cien mil polacos. Cuando cruzaron el Niemen sin previa declaración de guerra, Napoleón ocupó Vilno y poco después Vitebsk, pero no cumplió su principal objetivo de obligar al ejército ruso a enfrentarse abiertamente a sus tropas. La estrategia rusa, para desesperación de Napoleón, quedó clara desde el principio: retirarse continuamente para desgastar al enemigo y conservar intactas las fuerzas propias.
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