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Aquella tarde, la brisa se hizo escaza y las reglas de la vida parecían demostrarse en una paradoja de hechos cotidianos a los que tenía que buscar la forma de disfrutar con buen humor para no decaer en el encierro frustrante de la desmotivación y generar así la estrategia del cambio con que daría sentido a su existencia, pero al final de la tarde, luego de tantos intentos de un lado para otro se consolaba suspirando y diciendo en silencio: - hay … dios mío, la vida es un misterio…, aunque no desperdicio mi tiempo tratando de entenderla, ella trata de mostrarme
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