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Los invertebrados (artrópodos, moluscos, anélidos, entre otros) conforman el grupo de animales más grande y diverso de todo el mundo1. Los hay terrestres y marinos, en cada rincón de nuestro planeta, desde las cumbres altas y nevadas hasta las fosas profundas y oscuras del océano2,3. Actualmente, se han descrito aproximadamente 1,3 millones de especies de invertebrados en el mundo; los insectos encabezan este grupo con alrededor de un millón de especies descritas1. Cada día se descubren nuevas especies de invertebrados (por ejemplo, sólo en España, se describen anualmente entre 250 y 300 nuevas especies)4, y es probable que solo hayamos descrito un porcentaje pequeño de ellos (apemas entre el 4,4 y el 26% )2,5,6,7. Al igual que en muchos otros grupos de organismos, la diversidad de los invertebrados aumenta sustancialmente en áreas tropicales, lo que hace al Ecuador un lugar maravilloso para estudiar la diversidad de este grupo.
Los invertebrados cumplen roles importantes en los ecosistemas y ayudan al mantenimiento de la biodiversidad, al ser herbívoros, polinizadores, dispersores de semillas, presas, depredadores, parásitos, parasitoides, filtradores de agua y descomponedores.8,9,10 Desde siempre, los invertebrados han sido parte de la vida del ser humano; varios de ellos sirven de alimento para las personas (ej., conchas, camarones, grillos, hormigas) y su ganado (e.j., la mosca soldado negra) y otros ayudan a polinizar cultivos o a mantener controladas a plagas y enfermedades. Ciertos grupos pueden causar problemas al infestar cultivos o ser vectores de enfermedades, llegando a producir impactos negativos en la salud y el bienestar humano 11. Por eso, estudiar y entender su fisiología, comportamiento, interacciones con otros grupos bióticos y con el ambiente son de suma importancia para promover la conservación de los invertebrados benéficos, controlar a los perjudiciales y fomentar el