• Asignatura: Filosofía
  • Autor: parkfabiana98
  • hace 6 años

¿Qué diferencia se pueden establecer entre el cartesianismo y el escepticismo?

Respuestas

Respuesta dada por: 12jessica12
6

Respuesta:

En el marco de estas conferencias conmemorativas del cuatricentenario del nacimiento de René Descartes, quisiera aproximarme

al pensamiento de este gran filósofo francés, preguntando qué relación

guarda con el escepticismo. No se trata de una pregunta del todo novedosa,

pero su significación es indiscutible tanto para comprender el sentido

como para discutir el alcance y las limitaciones del proyecto cartesiano

de fundamentación del conocimiento.

Frecuentemente se suele decir que Descartes combate (o pretende

combatir) al escéptico con sus propias armas. Se afirma que con Descartes

la certeza y la verdad absoluta brotan de la radicalización del escepticismo. Aun cuando estas consideraciones tienen presente el resurgimiento de esta corriente en el siglo XVI, me parece que pasan por

alto algunos aspectos y tienden a malentender la compleja relación entre

Descartes y el escepticismo. Con la intención de clarificar -por lo

menos parcialmente- este problema, dedicaré la primera parte de mi

exposición al desarrollo del escepticismo en el siglo XVI, con el objeto

de mostrar el auge de esta corriente en tiempos de Descartes y las

dificultades que formulaba respecto a la justificación del criterio de

verdad. En segundo lugar, quiero insistir en el carácter metódico de

la duda cartesiana, es decir en el valor instrumental que Descartes leasigna y que difiere del sentido que ésta tiene para el escéptico. A

diferencia de la suspensión del juicio ante la imposibilidad de justificar

un criterio d.e verdad, Descartes utiliza los argumentos escépticos (por

ejemplo, ocurrencia de ilusiones sensoriales, el argumento del sueño)

con el fin de establecer un conocimiento firme y seguro. Se trata, en

realidad, de un proceso dubitativo impregnado de una intencionalidad

dogmática, en el cual el ideal de un conocimiento firme y seguro (que

toma como modelo a las matemáticas) se encuentra de antemano orientando el desarrollo de los argumentos dubitativos y asignándoles un

sentido metódico -y por ende provisional-. Dada esta significación

metodológica que tiene la duda para Descartes resulta desorientador

afirmar que Descartes combate al escéptico con sus mismas armas.

Pero además de eso estas expresiones pasan por alto una cuestión fundamental. No discuten la atención que Descartes presta a la figura del

escéptico, sino que la dan por evidente. Finalmente, en relación a este

punto -y apoyándome en diversos textos cartesianos- quiero sugerir

que Descartes está sobre todo preocupado en deslindar su posición frente

a la tradición aristotélico-escolástica en lo que atañe a la naturaleza

de nuestro conocimiento. Ante la afirmación de la primacía de los

sentidos en el proceso de conocimiento, Descartes, recogiendo las dudas

escépticas sobre la fiabilidad de los sentidos, prepara el camino para

exponer su epistemología intelectualista, de acuerdo con la cual el

conocimiento se funda en las operaciones y contenidos originarios de

un sujeto pensante desarraigado de su tradición, de su comunidad y

de su propia corporalidad.

Este empleo metódico de los argumentos escépticos está regido

por el ideal cartesiano de claridad y distinción; pues mientras vivimos

en o a través de la experiencia, concebimos los cuerpos, los primeros

principios, los axiomas y las proposiciones matemáticas de manera

oscura y confusa. Por tanto, para lograr claridad es necesario separarse

de nuestro modo normal de ser en el mundo: desligarnos de esta perspectiva de las cosas, mediada por nuestro cuerpo y sentidos. El interés

central de Descartes por confrontarse con la tradición aristotélico-escolástica y socavar sus cimientos epistemológicos y ontológicos, en

favor de la nueva ciencia físico-matemática -tan acreditada a sus

ojos-, lo conduce a no prestar suficiente atención al desafío escéptico

respecto de la posibilidad de justificar el criterio de verdad, es decir

a no detenerse en la consideración del trilema pirrónico (del cual hablaré

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