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La personalidad afecta a los primeros pensamientos que la persona tiene antes de plantearse siquiera qué retos desea superar. Junto ello, también incide en la visión inicial que tendrá a la hora de llevar a cabo los primeros pasos hacia la consecución de sus objetivos. Así lo afirma un artículo publicado por Fast Company, en el que se revelan las distintas formas en las que la personalidad afecta a la capacidad de un individuo para alcanzar sus metas.
En este sentido, el artículo indica que aquellas personas que gozan de un espíritu competitivo (citada como de tipo A), siempre buscarán superarse y, por ello, suelen plantearse objetivos desafiantes y retos difíciles -aunque no imposibles- de superar. Frente a ellas, hay otras personalidades más relajadas (tipo B), que aunque pueden parecer menos motivadas a la hora de alcanzar sus metas, no implica que sean “perezosas”. Además, se índice que, “para este tipo de personalidad, será importante comenzar por objetivos más pequeños y específicos que les permitan sentirse cómodos y lograr algunas victorias".
Por otro lado, el artículo señala que “las diferencias entre aquellos que son analíticos, asertivos, extrovertidos o relajados también se reflejan en los tipos de objetivos que se marcan”. Por ejemplo, los de tipo A buscan “mejorar en base a objetivos basados en el rendimiento”, aquellos que les permiten medirse con otras personas y, por ende, evalúan si es probable que los alcancen o no; mientras que en el caso del tipo B, prefieren los objetivos basados en el aprendizaje, donde la competición pierde valor frente a la propia motivación intrínseca de querer aprender.
Además, a la hora de elegir qué recursos se emplearán para la consecución de las metas planteadas también variará en función de la personalidad. De esta forma, mientras el primer grupo elegirá herramientas que permitan medir su rendimiento y probabilidades de éxito, el segundo buscarán otras aplicaciones más informales y dirigidas a obtener un asesoramiento personalizado y, por tanto, motivación extra para alcanzar su objetivo.
No obstante, los del tipo A también son dados a tener altos niveles de apoyo social y a sentir menos estrés al perseguir sus metas, aunque corren el riesgo de que, al estar tan enfocados, no sepan reaccionar cuando los resultados que se obtienen no son los esperados.
“A veces es recomendable retroceder y observar qué no está funcionado”, recalca el artículo de Fast Company que, sin embargo, advierte: “tener un Plan B desde el principio tiende a socavar el logro”. En esta línea, revela que “un buen nivel de compromiso con el objetivo principal a alcanzar, es necesario para tener éxito”, así como el ajuste a la consecución de una meta realista, al tiempo que se permite la introducción de un cambio y la adaptación a él, si finalmente resulta ser una elección equivocada.
“Para quienes fijan objetivos de alta intensidad, es útil centrarse en lo que queda por hacer para lograr los objetivos. Estos triunfadores anhelan cruzar la línea de meta, por lo que centrarse en las tareas restantes puede ser una forma efectiva de alcanzarlas”, asegura el artículo que, en el caso de las personas más tranquilas, invita a que se centren en aquello que se ha logrado: “celebrar los triunfos suele ser una forma efectiva de mantenerse motivado”.