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Respuesta:
El patriarcado es una estructura básica de todas las sociedades contemporáneas.
Se caracteriza por la autoridad, impuesta desde las instituciones, de los hombres
sobre las mujeres y sus hijos en la unidad familiar. Para que se ejerza esta
autoridad, el patriarcado debe dominar toda la organización de la sociedad, de la
producción y el consumo a la política, el derecho y la cultura. Las relaciones
interpersonales y, por tanto, la personalidad, están también marcadas por la
dominación y la violencia que se originan en la cultura y las instituciones del
patriarcado. No obstante, desde el punto de vista analítico y político, es esencial no
olvidar su enraizamiento en la estructura familiar y en la reproducción
sociobiológica de la especie, modificadas por la historia (cultura). Sin la familia
patriarcal, el patriarcado quedaría desenmascarado como una dominación arbitraria
y acabaría siendo derrocado por la rebelión de la "mitad del cielo" mantenida bajo
sometimiento a lo largo de la historia. En este fin de milenio, la familia patriarcal,
piedra angular del patriarcado, se ve desafiada por los procesos interrelacionados
de la transformación del trabajo y de la conciencia de las mujeres. Las fuerzas
impulsoras que subyacen en estos procesos son el ascenso de una economía
informacional global, los cambios tecnológicos en la reproducción de la especie
humana y el empuje vigoroso de las luchas de las mujeres y de un movimiento
feminista multifacético, tres tendencias que se han desarrollado desde finales de los
años sesenta. La incorporación masiva de las mujeres al trabajo remunerado
aumentó su poder de negociación frente a los hombres y socavó la legitimidad de
su dominio como proveedores de la familia. Además, impuso una carga
insoportable a las vidas de las mujeres por su cuádruple turno diario (trabajo
remunerado, tareas del hogar, cuidado de los hijos y turno nocturno para el
esposo). Primero la contracepción, después la fertilización in vitro y la manipulación
genética que se vislumbra en el horizonte están otorgando a la mujer y a la
sociedad un control creciente sobre la oportunidad y frecuencia de los embarazos.
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