• Asignatura: Informática
  • Autor: milemolacastro
  • hace 6 años

¿Estás de acuerdo o no con la posición del Papa Francisco con respecto a las redes
sociales? ¿Por qué?
El pontífice aseguró que es indispensable que las
personas abandonen los discursos de odio en
Internet, un comportamiento que se ha intensificado
en los últimos años. El consejo, sin embargo, parece
entrar a luchar con las lógicas que mantienen vivas a
las redes sociales.

El papa Francisco tiene claro que una de las actitudes que más afectan a las redes
sociales es el discurso de odio que se ha intensificado durante los últimos años,
especialmente durante periodos electorales. El Pontífice afirmó que, además de
“las malas palabras, los chismes y los rumores”, se debe ser amable en línea.
En teoría el consejo es apropiado y de hecho se suma al de numerosas figuras
políticas y culturales que se han dedicado a predicar el mismo mensaje. Sin
embargo, el problema es que en los últimos tiempos el fenómeno ha sido
imposible de controlar. Últimamente palabras como bots o “troles”, es decir,
cuentas programadas para publicar ciertos mensajes y personas dedicadas difundir
el odio en la red, se han normalizado en entornos digitales y casi siempre aparecen
cuando hay algún escándalo mediático o político o incluso un tiroteo.
El trol o el bot de hoy en día es un arma no solo para ser popular o conocido, sino
para ganar poder e influir en la política. Casos hay de sobra. Después de que
explotara el escándalo de Cambridge Analytica en las elecciones presidenciales de
Estados Unidos en 2016, en los que quedó evidenciado el uso de cuentas falsas
para tocar ciertos sentimientos de la sociedad y así manipular su decisión en las
urnas, se ha revelado que la empresa intervino de manera directa en procesos
electorales de todo el mundo.

Respuestas

Respuesta dada por: marisyuri27
0

Respuesta:

En un principio no faltó la organización en las disposiciones para construir la Torre de Babel; de hecho, quizás el orden era excesivo. Se pensó demasiado en guías, intérpretes, alojamientos para obreros y vías de comunicación, como si se dispusiera de siglos. En esos tiempos, la opinión general era que no se podía construir con demasiada lentitud; un poco más y hubieran abandonado todo, y hasta desistido de echar los cimientos. La gente razonaba de esta manera: lo esencial de la empresa es el pensamiento de construir una torre que llegue al cielo. Lo demás es del todo secundario. Ese pensamiento, una vez comprendida su grandeza, es inolvidable: mientras haya hombres en la tierra, existirá también el fuerte deseo de terminar la torre. Por consiguiente no debe preocuparnos el futuro. Al contrario: el saber de los hombres adelanta, la arquitectura ha progresado y seguirá progresando; de aquí a cien años el trabajo para el que precisamos un año se hará tal vez en pocos meses, y más resistente, mejor. Entonces, ¿a qué agotarnos ahora? Eso tendría sentido si cupiera la esperanza de que la torre quedará terminada en el espacio de una generación. Esa esperanza era imposible. Lo más creíble era que la nueva generación, con sus conocimientos superiores, condenara el trabajo de la generación anterior y demoliera todo lo adelantado, para recomenzar. Tales pensamientos paralizaron las energías, y se pensó menos en construir la torre que en construir una ciudad para los obreros. Cada nacionalidad quería el mejor barrio, y esto dio lugar a disputas que culminaban en peleas sangrientas. Esas peleas no tenían fin; algunos dirigentes opinaban que demoraría muchísimo la construcción de la torre y otros que más valía aguardar que se reestableciera la paz. Pero no sólo en pelear pasaban el tiempo; en las treguas se dedicaban a embellecer la ciudad, lo que provocaba nuevas envidias y nuevas peleas. Así pasó la era de la primera generación, pero ninguna de las siguientes fue distinta; sólo aumentó la destreza técnica y con ella el ansia guerrera. Aunque la segunda o tercera generación reconoció la insensatez de una torre que llegara hasta el cielo, ya estaban demasiado comprometidos para abandonar los trabajos y la ciudad.

El vaticinio de que cinco golpes sucesivos de un puño gigantesco aniquilarán la ciudad, está presente en todas las leyendas y cantos de esa ciudad. Por esa razón el escudo de armas de la ciudad incluye un puño.

Explicación:

perdonnn

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