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Papel de la educación técnico-profesional en el mejoramiento de las capacidades de los trabajadores del sector moderno ante los procesos económicos actuales y los nuevos desarrollos tecnológicos
José A. de Simone (*)
La década de los años 90, señalada como la Era de la Comunicación, está marcada por profundos cambios socio-culturales, económicos, políticos, ecológicos, científicos y tecnológicos. Por otro lado, hoy es casi un axioma universal el hecho que la socialización y la circulación de la información están en el centro de todo proceso de desarrollo.
(*) José A. de Simone, ex especialista regional de la Unesco en Educación Técnico Profesional de la UAHC.
La formación de técnicos para los sectores modernos, frente a las profundas transformaciones económicas y sociales del presente y las previsibles del futuro en América Latina
Importantes cambios se están perfilando en varios países de América Latina (entre otros Argentina, Brasil, Colombia, Chile, México, Venezuela), con bases en una mayor estabilidad, con procesos crecientes de privatizaciones y de mayor apertura hacia el exterior -y el consiguiente aumento de las exigencias de mayor control de calidad de los servicios y de los bienes- con disminución creciente de los subsidios y en paulatino achicamiento del sector fiscal.
Cabe señalar al respecto que, según se consideren diversas hipótesis de crecimiento y, particularmente, según se vislumbren y definan políticas (industrial, tecnológica y educativa) en cada Estado, se podrán definir más o menos razonablemente, y en especial para el corto y mediano plazos, necesidades de personal técnico.
Dentro de este marco de referencias y teniendo en cuenta ciertas líneas de evolución que se han dado en el mundo y que se están dando también en varios países de la región, parece incuestionable la actual -y más la futura- demanda de personal vinculado con los sectores modernos de la producción dispuestos a actuar en mercados/escenarios nuevos y crecientemente dinámicos, competitivos y sofisticados(1).
No obstante, hay que tener en cuenta que al iniciarse los procesos de transformación y la aplicación de nuevos modelos económicos suelen presentarse -a corto plazo- situaciones que conllevan elevados costos sociales, entre los que no es despreciable el aumento de la desocupación. A largo plazo, si se acepta una cuota relativa de optimismo -y haciendo un paralelismo con las grandes revoluciones tecnológicas- puede considerarse que la mayor eficiencia que podrían acarrear los nuevos modelos se trasladaría a todo el sistema social.
Por otro lado, y no obstante que los mecanismos de una economía de mercado aportan una cuota muy saludable de eficiencia a la sociedad, hay que tener en cuenta que esta tiene otros objetivos, además de la eficiencia, entre los cuales puede señalarse el de la equidad, que normalmente no es proporcionada por el mercado(2).
De allí que -sin duda- el Estado habrá de asumir un importante papel en este sentido, y una política deliberada de cada Estado no podrá estar ausente para que haya desarrollo y adaptación de tecnología. De allí que –sin duda- el Estado habrá de asumir un importante papel en este sentido, y una política deliberada de cada Estado no podrá estar ausente para que haya desarrollo y adaptación de tecnología.
Asimismo, cuando se inician los procesos de reactivación, la demanda de mano de obra en general -y la de técnicos y profesionales en particular- tiende a aumentar, aunque hay que considerar que las nuevas demandas laborales suelen tener distintas composiciones si se las compara con las tradicionales de años pasados.
La distinta composición de la demanda hace que exista una brecha entre lo que se ofrece y lo que se demanda. Muchas veces pocos postulantes responden al perfil solicitado por las empresas; por ello, una característica cada vez más clara de la demanda es la selectividad, lo cual implica un gran esfuerzo de adaptación por parte de los técnicos y de los profesionales