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Respuesta:
A finales del siglo XVIII, Francia se hallaba sumida en una profunda crisis económica y social. Por un lado, una serie de malas cosechas sucesivas provocó el alza del precio de los alimentos y el consiguiente descontento popular.
Por otro, la burguesía, enriquecida por el crecimiento económico del siglo XVIII, estaba descontenta ante su marginación política, pues sólo los privilegiados podían ostentar cargos y gozar de reconocimiento social.
Además, la monarquía se hallaba sumida en una profunda crisis financiera, debida a los elevados gastos del Estado y de la corte y también al coste de la ayuda francesa a la independencia de Estados Unidos. La solución al déficit del Estado pasaba por una reforma fiscal que obligase a la aristocracia a pagar impuestos, pero el monarca absoluto temía descontentar a los privilegiados, que constituían su principal apoyo social.
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