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Psicoanálisis
El psicoanálisis es un conjunto de teorías y una disciplina creada en principio para tratar enfermedades mentales, basada en la revelación del inconsciente.
Su máximo representante es Sigmund Freud (médico que se dedicó a estudiar el área de la neurología), quién en un principio se preocupa por estudiar la histeria. Comienza con técnicas hipnóticas para aliviar estos síntomas. El psicoanálisis es inicialmente un instrumento para tratar personas que padecen de esta patología. Si bien en sus inicios se aboca exclusivamente a la cura de las parálisis histéricas (sufridas en una gran mayoría por el sexo femenino), luego abarca otro tipo de neurosis, como la paranoia, la neurosis obsesiva o las fobias.
Para Freud se deberá pensar al aparato psíquico como un instrumento compuesto por sistemas o instancias que responden a una determinada serie temporal más que espacial y que no se corresponden con un relato anatómico. Distingue tres sistemas: el “inconciente”, que se utiliza para connotar el conjunto de los contenidos no presentes en el campo actual de la conciencia y está constituido por contenidos reprimidos que buscan regresar a la conciencia o bien que nunca fueron conscientes y su cualidad es incompatible con la conciencia; el “preconciente”, que designa una cualidad de la psique que califica los contenidos que no están presentes en el campo de la conciencia pero pueden devenir en conscientes; y la conciencia, que es la cualidad momentánea que caracteriza las percepciones externas e internas dentro del conjunto de los fenómenos psíquicos.
También establece que hay mecanismos de defensa, tal como lo es la represión, que es un mecanismo cuya esencia consiste en rechazar y mantener alejados de la consciencia determinados elementos que son dolorosos o inaceptables para el yo (estos pensamientos tienen contenido sexual). La represión se origina en el conflicto psíquico que se produce por el enfrentamiento de exigencias internas contrarias entre un deseo que reclama imperativamente su satisfacción y las prohibiciones morales. El yo se defiende del dolor que causa la incompatibilidad reprimiendo el deseo.
Para el psicoanálisis, los conflictos tienen un origen en el inconsciente que no es observable por el paciente. El objetivo de la terapia es romper las resistencias (obstáculos para la recuperación de los recuerdos) para que el paciente acepte las motivaciones inconscientes del problema, logrando la abreacción que lleva a la cura. El psicoanalista utiliza para esto la asociación libre, que es un método según el cual el paciente debe expresar, durante la cura, todo lo que se le ocurre sin ninguna discriminación, más allá que le parezca inadecuado o inapropiado; la transferencia que es a lo que comúnmente los psicoanalistas llaman la transferencia en la cura; y la interpretación del discurso del paciente, poniendo especial énfasis en los sueños y los actos fallidos. Estos actos son acciones en las que lo que se destaca, es la modificación de la intencionalidad o propósito manifestante perseguido por un sujeto, siendo dicho propósito sustituido por otro imprevisto y extraño para el mismo. Ese sentimiento de que algo ajeno se le impone al sujeto más allá de su racionalidad, su voluntad conciente, también lo encontramos en los sueños y los síntomas.
El psicoanálisis es un conjunto de teorías y una disciplina creada en principio para tratar enfermedades mentales, basada en la revelación del inconsciente.
Su máximo representante es Sigmund Freud (médico que se dedicó a estudiar el área de la neurología), quién en un principio se preocupa por estudiar la histeria. Comienza con técnicas hipnóticas para aliviar estos síntomas. El psicoanálisis es inicialmente un instrumento para tratar personas que padecen de esta patología. Si bien en sus inicios se aboca exclusivamente a la cura de las parálisis histéricas (sufridas en una gran mayoría por el sexo femenino), luego abarca otro tipo de neurosis, como la paranoia, la neurosis obsesiva o las fobias.
Para Freud se deberá pensar al aparato psíquico como un instrumento compuesto por sistemas o instancias que responden a una determinada serie temporal más que espacial y que no se corresponden con un relato anatómico. Distingue tres sistemas: el “inconciente”, que se utiliza para connotar el conjunto de los contenidos no presentes en el campo actual de la conciencia y está constituido por contenidos reprimidos que buscan regresar a la conciencia o bien que nunca fueron conscientes y su cualidad es incompatible con la conciencia; el “preconciente”, que designa una cualidad de la psique que califica los contenidos que no están presentes en el campo de la conciencia pero pueden devenir en conscientes; y la conciencia, que es la cualidad momentánea que caracteriza las percepciones externas e internas dentro del conjunto de los fenómenos psíquicos.
También establece que hay mecanismos de defensa, tal como lo es la represión, que es un mecanismo cuya esencia consiste en rechazar y mantener alejados de la consciencia determinados elementos que son dolorosos o inaceptables para el yo (estos pensamientos tienen contenido sexual). La represión se origina en el conflicto psíquico que se produce por el enfrentamiento de exigencias internas contrarias entre un deseo que reclama imperativamente su satisfacción y las prohibiciones morales. El yo se defiende del dolor que causa la incompatibilidad reprimiendo el deseo.
Para el psicoanálisis, los conflictos tienen un origen en el inconsciente que no es observable por el paciente. El objetivo de la terapia es romper las resistencias (obstáculos para la recuperación de los recuerdos) para que el paciente acepte las motivaciones inconscientes del problema, logrando la abreacción que lleva a la cura. El psicoanalista utiliza para esto la asociación libre, que es un método según el cual el paciente debe expresar, durante la cura, todo lo que se le ocurre sin ninguna discriminación, más allá que le parezca inadecuado o inapropiado; la transferencia que es a lo que comúnmente los psicoanalistas llaman la transferencia en la cura; y la interpretación del discurso del paciente, poniendo especial énfasis en los sueños y los actos fallidos. Estos actos son acciones en las que lo que se destaca, es la modificación de la intencionalidad o propósito manifestante perseguido por un sujeto, siendo dicho propósito sustituido por otro imprevisto y extraño para el mismo. Ese sentimiento de que algo ajeno se le impone al sujeto más allá de su racionalidad, su voluntad conciente, también lo encontramos en los sueños y los síntomas.
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