• Asignatura: Filosofía
  • Autor: lsc101daleskyflores
  • hace 6 años

LA TRANSFORMACIÓN CRISTIANA: METAFÍSICA DE LA CREACIÓN
Que la realidad entera ha sido creada por el acto libre de un Dios sabio y todopoderoso, es algo completamente ajeno al pensamiento pagano. Para los griegos el cosmos es agénneton, inengendrado, y si, como lo hace Platón, se atribuye algún origen a la realidad sensible, éste no es un origen radical, sino una configuración de la materia preexistente, tomando como modelo esencias igualmente indestructibles y existentes desde siempre sin cambio alguno.
Pero si, por el contrario, la totalidad de lo real ha sido creado, eso significa que ha recibido enteramente el ser de Dios y también toda su conformación y su ordenamiento. Con respecto al tema que nos ocupa ello implica al menos tres cosas: 1) la ley natural deriva por completo de la ley eterna que no se identifica con aquélla, sino que la trasciende; 2) no hay aspecto o elemento alguno de la realidad ajeno a esa legalidad; y 3) un Dios personal y providente es el autor de ese orden por entero.
Admitamos, no obstante, que, tal como lo expresa Gilson: “El cuidado que los teólogos de la Edad Media ponían en conservar de la moral griega lo que ésta tenía de verdad, entorpece la tarea de discernir lo que en este punto le agregaron, y aun en un caso en que la moral cristiana se halla directamente interesada, no siempre es fácil ver exactamente en qué momento se salieron del marco trazado por sus predecesores”.
Es evidente, sin embargo, que si los pensadores cristianos conservaron la noción filosófica griega de naturaleza entendida como el modo específico de operar y padecer de un ente, derivado de lo que éste es por esencia, al introducir la concepción del carácter creatural de lo real, los pensadores cristianos percibieron en ello la belleza, la bondad y la dignidad propias de lo que es imago et vestigium Dei31. De ahí, además, que el agere secundum naturam no sólo sea obrar según la propia esencia, sino, más aún, obrar según la voluntad de un Dios que ha creado libre y amorosamente, esto es, sin necesidad y, al par, sin identificarse con la propia naturaleza que ha producido. “Esto no debe ser entendido en detrimento del valor de la racionalidad; es más, la naturaleza es vista como un todo ordenado en cuanto que está medida por la Razón divina. En cuanto tal es vista como portadora de un proyecto de sentido que, precisamente por su racionalidad intrínseca, puede ser descubierto activamente por la razón humana”.
Más aún, la ley moral natural es incluso, bajo la concepción creacionista, la participación en la ley eterna (que es la misma inteligencia ordenadora de Dios) que le ha sido concedida al ser racional. Por ello ha dicho Santo Tomás que la luz de la razón natural por la que discernimos lo que es bueno y lo que es malo –lo cual corresponde a la ley natural–, no es sino la impresión de la luz divina en nosotros33. Y porque los hombres pueden descubrir ese sentido y esa legalidad con su propia razón, es por lo que ese orden es propiamente ley, ya que, dice Tomás, “la ley es algo de la razón […]. En la creatura irracional [la ley] no es participada racionalmente; por eso no puede llamarse ley sino por semejanza”.
Tenemos así que, bajo esta nueva perspectiva, si hay una ley natural es, en primer lugar, porque hay una ley eterna o divina, que no es sino Dios mismo en tanto que quiere y dispone un orden para su creación. Pero, por otro lado, hay ley natural en sentido estricto, porque hay creaturas racionales que están en condiciones de descubrirla racionalmente y seguirla voluntariamente. Así, el hombre está doblemente sujeto a tal ley: tanto por lo que tiene de común con toda naturaleza creada, como por lo que tiene de propio, es decir, su racionalidad. Nada queda, pues, en el universo creado, fuera del orden divino, ni fuera de la ley natural.


Recordemos que, entre los estoicos, a quienes debemos propiamente el haber forjado la noción de ley natural, ésta se identifica con la ley divina en tanto Dios, la naturaleza [physis], y la razón [logos], son uno y lo mismo. Por ende, para los estoicos, la ley divina no excede el orden natural. Por otra parte, puesto que el cosmos griego no era una realidad creada, en todas las doctrinas filosóficas que se acuñaron bajo esa perspectiva, fuesen cuales fueran sus diferencias, un punto en común lo constituía la convicción de que algo quedaba excluido de ese orden: la materia, el cuerpo, las pasiones. Eso promovió la idea de suprimir tales aspectos, o bien, de soportarlos como algo inevitable.
Es evidente, por el contrario, que para la metafísica creacionista ni la ley divina puede ser idéntica a la ley natural –puesto que, en tanto Autor, Dios supera y trasciende su creación–, ni algo puede quedar excluido de tal legalidad. En este punto veremos que el optimismo metafísico-teológico característico del cristianismo superará el sentimiento trágico griego.


lsc101daleskyflores: 1) ¿Cuál es la idea central del texto?
2) ¿Cómo asemeja el texto la idea creacionista con la metafísica de la creación?
3) ¿Desconoce el texto anterior la idea de Dios? ¿Por qué?

Respuestas

Respuesta dada por: brianda10lopezc
5

Respuesta:

Y que hago o como te ayudo?

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