Respuestas
Respuesta:las sociedades democráticas son las que saben que no hay unos expertos que configuran un cuerpo único y unas verdades indiscutibles", dice. "Los expertos son personas que no están totalmente de acuerdo entre sí", agrega. "La democracia no se pone de rodilla ante los científicos, sean economistas o epidemiólogos", sostiene.
Así piensa Daniel Innerarity, filósofo español, con una perspectiva centrada en la filosofía política, autor de quince libros. En Una teoría de la democracia compleja. Gobernar el siglo XXI, publicado a principio de año y escrito antes de la irrupción del coronavirus, se dedica a las democracias contemporáneas y cuán bien o mal equipadas están para una sociedad de cambios veloces y fundamentales y nuevas crisis, entre ellas, las pandemias, que acaba de inspirar otro libro de su autoría, Pandemocracia.
Innerarity participó de La Repregunta, el programa de análisis de la actualidad que se emite por La Nación Más y conduce Luciana Vázquez los viernes a las 21 hs. Aquí, los principales pasajes.
-En su libro, usted señala: "La principal amenaza de la democracia no es la violencia ni la corrupción ni la ineficiencia sino la simplicidad". ¿En qué sentido "simplicidad"?
-Por un lado, el hecho que la mayor parte de los conceptos que manejamos en política -soberanía, territorio, participación, equilibrio de poderes- fueron pensados hace 400 años y no han sufrido la evolución correspondiente a una sociedad que, en cambio, ha experimentado una gran aceleración. La política permanece anclada a unos principios muy estáticos, muy mecánicos. Por otro lado, la simplicidad es una amenaza para las democracias en un aspecto pragmático. En estos momentos en los que todo es tan confuso, hay tantos actores, tanta incertidumbre, hay una estrategia que parece prometer un camino exitoso: es la estrategia de simplificar. Tenemos una pandemia difícil de entender con un virus que no conocemos del todo, con una gestión política muy complicada, pero se califica al virus de "chino" y entonces ya queda todo enmarcado en una guerra. Sabemos más o menos qué es una guerra y entonces también aplicamos las categorías de la guerra fría. Hay una simplificación interesada del campo de juego.
-Con el coronavirus, el mundo científico se integró a la gestión política y la canciller de Alemania Angela Merkel, sobre la que se destaca su formación científica, se ha convertido en la líder ejemplar. ¿El foco en la ciencia es una manera de reponerle complejidad al mundo o hay un uso político?
-Las crisis de esta naturaleza ponen en una primera línea de combate a los científicos. Ocurrió también con la crisis económica (de 2008) con los economistas. Ahora, los epidemiólogos, los virólogos. En aquel momento se pusieron a los científicos en el pedestal y les hacíamos quizás demasiado caso porque también hubo errores que cometimos colectivamente, que dependían de análisis económicos muy orgullosos de una exactitud que en realidad no tenían. Hoy los virólogos y epidemiólogos están en una primera línea y me parece muy bien: esto contrasta con actitudes terraplanistas de ciertos líderes políticos como (Donald) Trump o (Jair) Bolsonaro o (Boris) Johson en un primer momento. Frente a esto, que aquel tipo de líderes como Angela Merkel, que es química, haya sido capaz de entender la naturaleza del problema tiene una importancia fundamental. Pero las sociedades democráticas son las que saben que no hay unos expertos que configuran un cuerpo único y unas verdades indiscutibles. Los expertos son personas que no están totalmente de acuerdo entre sí. Para bien o para mal, la última palabra la tiene la ciudadanía, por supuesto integrando el saber de los científicos. La democracia no se pone de rodilla ante los científicos, sean economistas o epidemiólogos.
-Hay un debate que se plantea como cuarentena sí o cuarentena no. A los que defienden una flexibilización se los acusa de no estar escuchando al mundo científico que es el que sabe y está salvando vidas. ¿Esa es una dinámica riesgosa en términos democráticos? Cuando no es posible ese diálogo entre quienes sostienen posiciones distintas.
-La idea de democracia compleja busca recoger ese principio: cuando se trata de tomar decisiones colectivas, han de intervenir muchas voces y han de sopesarse en la balanza muchos criterios. Al final habrá una decisión política. La legitimidad para las decisiones de este estilo la tienen nuestros representantes, que lógicamente escucharán a los científicos. Es su obligación escuchar a los científicos de diversas ciencias pero al final, la decisión será una decisión política en el sentido más noble de la palabra.
Explicación: