Respuestas
Respuesta:
El sistema universitario español ha
experimentado profundos cambios en los últimos
veinticinco años; cambios impulsados por la
aceptación por parte de nuestras Universidades
de los retos planteados por la generación y
transmisión de los conocimientos científicos y
tecnológicos. Nuestra sociedad confía hoy más
que nunca en sus Universidades para afrontar
nuevos retos, los derivados de la sociedad del
conocimiento en los albores del presente siglo.
Durante las últimas dos décadas, la vieja
institución universitaria se ha transformado
radicalmente. La Constitución consagró la
autonomía de las Universidades y garantizó, con
ésta, las libertades de cátedra, de estudio y de
investigación, así como la autonomía de gestión y
administración de sus propios recursos. Durante
este período, las Universidades se triplicaron,
creándose centros universitarios en casi todas las
poblaciones de más de cincuenta mil habitantes,
en los que hoy se estudian más de ciento treinta
titulaciones diferentes. También culminó hace
apenas unos años el proceso de descentralización
universitaria, transfiriéndose a las
Administraciones educativas autonómicas las
competencias en materia de enseñanza superior.
No de menor magnitud ha sido la transformación
tan positiva en el ámbito de la investigación
científica y técnica universitaria, cuyos
principales destinatarios son los propios
estudiantes de nuestras universidades, que no
sólo reciben en éstas una formación profesional
adecuada, sino que pueden beneficiarse del
espíritu crítico y la extensión de la cultura,
funciones ineludibles de la institución
universitaria.
Este esfuerzo compartido por Universidades,
Administraciones educativas y la propia sociedad
ha sido extraordinario, y es por ello por lo que
ahora, conscientes del camino recorrido, también
lo somos de que es necesaria una nueva
ordenación de la actividad universitaria. Ésta, de
forma coherente y global, debe sistematizar y
actualizar los múltiples aspectos académicos, de
docencia, de investigación y de gestión, que permitan
a las Universidades abordar, en el marco de la
sociedad de la información y el conocimiento, los
retos derivados de la innovación en las formas de
generación y transmisión del conocimiento.
Si reconocemos que las Universidades ocupan un
papel central en el desarrollo cultural, económico y
social de un país, será necesario reforzar su
capacidad de liderazgo y dotar a sus estructuras de
la mayor flexibilidad para afrontar estrategias
diferenciadas en el marco de un escenario
vertebrado. Esta capacidad les permitirá desarrollar
a cada una de ellas planes específicos acordes con
sus características propias, con la composición de su
profesorado, su oferta de estudios y con sus
procesos de gestión e innovación. Sólo así podrán
responder al dinamismo de una sociedad avanzada
como la española. Y sólo así, la sociedad podrá exigir
de sus Universidades la más valiosa de las herencias
para su futuro: una docencia de calidad, una
investigación de excelencia.
Desde esta perspectiva, se diseña la moderna
arquitectura normativa que reclama el sistema
universitario español para mejorar su calidad
docente, investigadora y de gestión; fomentar la
movilidad de estudiantes y profesores, profundizar
en la creación y transmisión del conocimiento como
eje de la actividad académica, responder a los retos
derivados tanto de la enseñanza superior no
presencial a través de las nuevas tecnologías de la
información y de la comunicación como de la
formación a lo largo de la vida, e integrarse
competitivamente junto a los mejores centros de
enseñanza superior en el nuevo espacio universitario
europeo que se está comenzado a configurar.
Todos somos conscientes de que los cambios sociales
operados en nuestra sociedad están estrechamente
relacionados con los que tienen lugar en otros
ámbitos de actividad. Así, la modernización del
sistema económico impone exigencias cada vez más
imperativas a los sectores que impulsan esa
continua puestas al día; y no podemos olvidar que la
Universidad ocupa un lugar de privilegio en ese
proceso de continua renovación, concretamente en
los sectores vinculados al desarrollo cultural,
científico y técnico. Es por esto por lo que nuestras
Universidades necesitan incrementar de manera
urgente su eficacia, eficiencia y responsabilidad,
principios todos ellos centrales de la propia
autonomía universitaria
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