¿que sucede cuando todos cumplen correctamente su participación en un juego o una actividad física-deportiva?
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EL SIGNIFICADO O VALOR DEL DEPORTE
A través de varias entrevistas a personas expertas en el deporte (Garoz, 2005) he podido comprender que el deporte (no en un nivel de alto rendimiento) está relacionado con el disfrute, con la posibilidad de relacionarse con otros, el desarrollo y mejora física y de la salud, el desarrollo de la autoestima, con vivir nuevas experiencias, aliviar el estrés y que su práctica esta muy relacionada con el fomento de una serie de valores y comportamientos relacionados con el afán de superación, la disciplina, la competición, el autocontrol y la responsabilidad.
Pero para poder reflexionar sobre el significado y el valor actual de la actividad deportiva tenemos que tener en cuenta que el deporte evoluciona como cualquier otro aspecto de nuestra sociedad. Así, Joan Rius i Sant (1992) explica que el deporte actual es muy diferente al que caracterizó sus inicios en el siglo XIX. A lo largo de estos dos siglos destaca dos personajes que suponen ciertos cambios: primero, a finales del siglo XIX aparece la figura del pedagogo Thomas Arnold que crea los deportes de competición, diseñados para los escolares de la élite inglesa; y más tarde aparecerá la figura del Barón de Coubertain, creador de los Nuevos Juegos Olímpicos, pero todavía bajo una propuesta de deporte aficionado y alejado de la política internacional. Pero las modificaciones que sufre este deporte hasta nuestros días son más profundas, porque con el paso del tiempo este deporte se transforma también en función de las necesidades sociales del momento y empieza a presentar importantes contradicciones por su creciente relación con la política, la publicidad, el mercado y el espectáculo.
En esta línea, F. Andrés Orizo (1979) afirma que los cambios que se han producido en la sociedad española desde los años 70, muy relacionados con su modernización y la evolución del bienestar económico, han supuesto un interés creciente por el cuerpo, sus cuidados físicos, la salud y su prevención y la mejora de la apariencia externa. Y entre otros cambios sociales y políticos que se producen en la década de los 70 cabe destacar: la aparición del deporte como obligación de los poderes públicos (Cagigal, 1981). Así aparecen recogidos el fomento y la promoción deportiva, primero, en las Constituciones de varios países europeos y, más tarde, en la Constitución Española de 1978, como competencia y obligación de Estado y de los entes autónomos.
Muchos estudiosos de este ámbito han asumido el valor social del deporte. Así, por ejemplo, Francisco Fuentes (1992) entiende el deporte “como exponente máximo de la actividad formal organizada y donde se pone de manifiesto el grado de socialización alcanzado a través de conductas de colaboración y competición” (Pág. 18). Partiendo de la idea de que el deporte constituye un subsistema social con estructuras, reglamentaciones, actividad y definición propias y aceptando que es un gran generador de actitudes y comportamientos particulares. También al deporte se le han asignado unas benéficas características como moldeador de personalidad, factor de socialización o valor educativo moral y cultural (Alexis Vázquez, 1991). Pero observando además sus cambios a lo largo de la historia, Alexis Vázquez, explica que mientras en la antigüedad el deporte y otras actividades del tiempo libre servían para aprender unas aptitudes que podrían ser útiles en la edad adulta, en la actualidad el deporte tiene como una de sus metas fundamentales socializar la persona individual, procurándole integración y adaptación social y dotarlo de cualidades ciudadanas y políticas. Siguiendo a Buggel (citado en Alexis Vázquez Henríquez, 1991, Pág. 23) la educación física y el deporte han de entenderse como un componente de las relaciones sociales entre los hombres, que ayudan a enriquecer la cultura humana. Tanto la educación física como el deporte “han evolucionado de ser unos fenómenos nacionales a un fenómeno cultural y social universal, que refleja los objetivos económicos, ideológicos, políticos, culturales, científicos y sociales y la potencialidad de las reglas y estados sociales.”
Por otro lado Leporati (citado en Alexis Vázquez Henríquez, 1991, Pág. 25) matiza la función moral del deporte, entendiendo deporte como una escuela de civismo y moralidad, que desarrolla cualidades como “la lealtad frente al adversario, el compañerismo, el respeto hacia las reglas, disciplina, conocimiento de sí mismo y de sus reacciones, comprensión de un medio social y de sus dificultades, nociones de higiene, dietética, regímenes de vida y primeros auxilios, dándole a su vez la posibilidad de enfrentar problemas de organización, permitiéndole el desempeño de ciertos roles.”