• Asignatura: Religión
  • Autor: esperanzachavarrio25
  • hace 6 años

Cuales son los medios para formar la conciencia

Respuestas

Respuesta dada por: widmanabel
14

Respuesta:

desde niños debe enseñarles lo que es el bien y lo que es el mal.

enseñarle que lo que es bueno se hace lo que es malo no se hace.

aprender a discernir el signo de los tiempos.

cuando tienes pases porque viene de Dios.

cuando tienes en tranquilidad no viene de Dios en el mal.

Respuesta dada por: echango434
4

Respuesta:

Una conciencia bien formada irá acompañada siempre de tres actitudes esenciales: sinceridad y responsabilidad

Hay dos reglas importantes que debe seguir toda conciencia recta:

· Nunca puedes justificar el mal para obtener un bien. En otras palabras: el fin no justifica los medios.

· No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti, o visto en forma positiva: trata a los demás como te gustaría que te trataran.

Formar una recta conciencia supone alcanzar tres objetivos:

· Educar la conciencia para que sea capaz de abrirse a los valores objetivos asimilándolos como propios, percibiendo el bien y el mal como algo por hacerse o evitarse.

· Fortalecer el influjo de la conciencia sobre la voluntad, llevando a la persona a hacer el bien y evitar el mal.

· Formar la conciencia para emitir juicios rectos sobre la bondad o maldad de los actos y ponerlos en práctica.

Cómo formar una recta conciencia.

Para ayudar a nuestros niños y jóvenes a adquirir una recta conciencia podemos:

· Animarles y ayudarles a estudiar la doctrina católica, los Evangelios, los documentos y orientaciones de la Iglesia de una manera constante.

· Ayudarles y animarles a reflexionar antes de actuar, pensando siempre en lo que están haciendo, en porqué lo están haciendo, en las consecuencias que ello puede tener para ellos o para los demás, en la manera como se sentirán después de hacerlo. Ayudarlos a no guiarse por instintos sino por convicciones, independientemente de lo que los otros digan o hagan, o lo que esté de “moda”.

· Ayudarles a tener bien claros los principios que deben cumplir.

· Animarles y guiarles para llevar una profunda vida de oración y de sacramentos, especialmente la confesión. Ellos iluminan la inteligencia y fortalecen la voluntad conformándolas con el plan de Dios.

· Enseñarles a hacer un buen examen de conciencia y un balance de sus actos todas las noches.

· Animarlos a pedir ayuda y consejo, acudiendo con frecuencia a un sacerdote o a un laico bien formado.

· Promover en ellos la virtud de la sinceridad, para que sean capaces de llamar a las cosas por su nombre, ante ellos mismos, ante Dios y ante quien dirija su alma. Los problemas en el campo de la conciencia es cuando se empiezan a encontrar justificaciones fáciles para no hacer el bien o, lo que es peor, para hacer el mal.

· Animarlos a obrar siempre de cara a Dios con el único deseo de agradarle, sin utilizar otros criterios de aceptación social para justificarse. Un acto sólo será bueno si agrada a Dios.

· Animarles a pedir ayuda al Espíritu Santo, ya que la relación con él será la mejor luz para la conciencia. La oración les hará ver todo desde Dios y desde el punto de vista de su amor que pide siempre lo mejor, la perfección, para sus creaturas.

· Ayudarles a mantenerse y a no desanimarse ante los fallos; aprendiendo siempre que ante las caídas lo mejor es comenzar de nuevo, y ayudarles a entender que lo peor que se puede hacer es pactar con los fracasos y las desviaciones del comportamiento aceptándolos como irremediables e inevitables. Ayudarle a reparar con amor el mal que se haya podido hacer y comenzar a construir de nuevo.

· Ayudarles a formar hábitos de buen comportamiento: programar el tiempo, saber qué queremos y qué vamos a hacer en cada momento, exigirse el fiel cumplimiento del deber, no permitirse ningún fallo conscientemente aceptado, etc. Ayudarles a cumplir su responsabilidad al detalle, no sólo por encima.

· Ayudarles a amar el bien por encima del mal y a no envidiar a quienes se rebajan a un nivel inferior, aunque esto pueda atraerles.

· Hacerles ver en todo momento lo bueno que adquieren al vivir el bien, aunque implique trabajo y renuncia.

· Brindarle un ideal valioso, recordándolos que el ideal más valioso y grande es Jesucristo, tanto en lo espiritual como en lo humano.

Explicación:

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