• Asignatura: Arte
  • Autor: TOBIAS1245
  • hace 6 años

Ayudenme por fabor es de el cuento de joichi el desorejado de elsa bornemann


TOBIAS1245: Necestio saber que accion importante hizo joihi

Respuestas

Respuesta dada por: marifercontreras30
2

Respuesta:

lo siento por no poder ayudarte pero no el cuento

Respuesta dada por: dovanxd
1

Respuesta:

Hace mucho, mucho tiempo —tanto como ochocientos años— existían

en Japón dos podero sas familias aristocráticas y militares, dos clanes guerreros

rivales. Los dos se consideraban muy importantes, porque decían que eran

descendien tes de antiguos emperadores. Los dos se llevaban como perro y

gato, ya que ambos querían dominar —por su cuenta— todas y cada una de las

distintas zonas japonesas.

Uno de estos clanes, respondía al nombre de "Los Taira" y eran muy

bravos.

El otro, se conocía como "Los Minamoto" y también eran muy bravos.

Ambos protegían un principito al que conside raban como el único

y verdadero descendiente de los dioses y del que aseguraban que —cuando

creciera— sería el emperador de Japón.

Los Taira y los Minamoto se lo pasaban luchando por el poder y sus

luchas.eran tremendas, pero ninguna tanto como la que —finalmente— ocurrió

alrededor de ocho siglos atrás y que se recuerda como la batalla de Dan-No-Ura

porque sucedió en un lugar denominado así y que quedaba en un estrecho del

mar, cerca de una zona de hermosas playas.

La batalla de Dan-No-Ura fue terrible, y si bien los Taira eran bravísimos,

los Minamoto lo fueron más. Entonces —como en las guerras suelen resultar

vencedores los más fieros— ganaron los Minamoto.

Los Taira lo perdieron —allí— todo. No sólo murie ron en Dan-No-Ura

sus largos sueños de poder sino también sus guerreros, sus mujeres, sus niños y

hasta su pequeño principito. Las aguas del mar se los tragaron sin piedad y —

a partir de entonces— de todos ellos sólo quedó el recuerdo en los cánticos y

recitados populares

2) DONDE SE CUENTA EL EMBRUJO DE LOS TAIRA.

Como habían muerto con extremo dolor y furia debido a su derrota, las

almas de los Taira no lograban descansar en paz.

La zona del mar donde se había producido su última lucha —así como las

playas de las cercanías—quedaron embrujadas.

Cuentan que vagaban por allí los espíritus per dedores y que se oían

gritos y clamores de batalla que provenían del mar. Pocos lugareños se anima

41 Recreación de "MIMI-NASHI-HOICHI", leyenda japonesa.

Para esta recreación, se tomaron como base las narraciones orales de Nobuyuki Adachi y la versión

inglesa de Lafcadio Heam, originalmente publicada en 1904.

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ban a internarse en aquellas aguas, ya que las áni mas trataban de ahogar a los

nadadores y de hun dir los barcos. Subían entre las olas de pronto, durante las

noches, cuando más oscuras, mejor.

También era durante esas noches cuando po dían verse fuegos

fantasmagóricos, no sólo a lo largo de la costa sino —también— sobre el

oleaje. "Fuegos de los demonios", les decían los campe sinos.

Nadie sabía qué hacer para que las torturadas almas de los Taira hallaran

la paz.

3) DONDE SE CUENTA POR QUÉ SE CONSTRUYÓ EL TEMPLO DE

AMIDAYI

Un día, la gente del lugar empezó a pensar en que —acaso— si se

construía un templo donde desarrollar servicios religiosos especialmente

dedicados a rezar por el alma de los Taira, estas almas podrían encontrar la paz.

Pero el templo debía de ser erigido muy cerca de la zona a donde aquellos

hechos trágicos ha bían ocurrido. De lo contrario —opinaban— no ten dría

ningún efecto sobre los enfurecidos espíritus.

Así fue como se eligió Akamagaseki como sitio ideal para edificar

el templo, el que pudo cons truirse gracias a las donaciones de casi toda la

comunidad local.

El templo era budista5

y se lo llamó Amidayi, del mismo modo que las

iglesias y otros lugares de congregación de fieles creyentes de distintas reli

giones también llevan —cada cual— su propio nombre.

Junto al templo —y también cerca de la playa— se instaló un cementerio

consagrado a la memoria de los Taira. Allí se ubicaron tumbas, lápidas y

monumentos donde podían leerse todos los nombres de aquellos desdichados:

desde el del pequeño principito ahogado, hasta el del último de sus vasallos que

había corrido el mismo fin.

Ya tenían —entonces— un lugar donde pedir por el descanso de sus almas

y así lo hacían los lugare ños —regularmente— mediante sentidos servicios

religiosos. Dicen que —a partir de la construcción del templo y del cementerio—

los espíritus de los Taira parecieron hallar un poco de serenidad.

Apenas un poco, porque lo cierto era que —de tanto en tanto—

reaparecían para perturbar a los vivos. Eso demostraba —a las claras— que no

habían alcanzado totalmente la paz.

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