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El bien conocido astrónomo británico el profesor Sir Fred Hoyle escribió recientemente para la revista New Scientist sobre la imposibilidad de que la vida surgiera espontáneamente sobre la Tierra.
“No sé cuánto tiempo pasará antes que los astrónomos en general reconozcan que no puede haber llegado a existir aquí sobre la Tierra por procesos naturales el arreglo combinatorio de ni siquiera uno de entre los muchos miles de biopolímeros de los que depende la vida.” El profesor indica que, en oposición a esto, los biólogos han asegurado a los astrónomos y, a su vez, “otros” han asegurado a aquéllos de que esto puede ocurrir. “Los ‘otros’ son un grupo de personas que creen, bastante abiertamente, en milagros matemáticos,” dice Hoyle. “Promueven la idea de que dentro de la naturaleza, más allá de la física normal, hay una ley oculta que ejecuta milagros (con tal que los milagros ayuden a la biología) . . . La noción de que no solo los biopolímeros sino también el programa que funciona en una célula viviente podían llegar a existir por casualidad en una sopa orgánica primordial aquí sobre la Tierra evidentemente es un disparate de primer grado.”
No la aceptan todos los científicosSin embargo, no todos los científicos han cerrado la puerta a la alternativa. Por ejemplo, el físico H. S. Lipson, dándose cuenta de las probabilidades contra un origen espontáneo de la vida, dijo: “La única explicación aceptable es creación. Sé que esto es anatema para los físicos, como de hecho lo es para mí, pero no debemos rechazar una teoría que no nos gusta si la prueba experimental la apoya”. Además señaló que después del libro de Darwin El origen de las especies, “en cierto sentido la evolución llegó a ser una religión científica; casi todos los científicos la han aceptado, y muchos están dispuestos a ‘torcer’ sus observaciones para que encajen con ella”30.
Un comentario lamentable, pero verídico.
Hay literalmente miles de argumentos para la teoría evolucionista, en su camino desde una atmósfera primitiva, bombardeada por rayos o radiación, hasta el organismo unicelular que pudiera reproducirse. Todo científico competente sabe esto. Sabe que las muchas suposiciones o especulaciones que se presentan para evadir estos escollos son inadecuadas. Las leyes que gobiernan la energía y la materia declaran imposible la generación espontánea de la vida. Las leyes matemáticas de probabilidad condenan su posibilidad. El más sencillo organismo conocido dotado de reproducción (la especie H39 de micoplasma) tiene 625 proteínas con un promedio de 400 aminoácidos cada una. Sin embargo, algunos alegan que, teóricamente, pudiera bastar con 124 de tales proteínas. ¿Qué probabilidades hay de que una de estas proteínas de 400 aminoácidos “zurdos” se formara de una mezcla de aminoácidos “derechos” y “zurdos”? Una probabilidad en 10120 (1 seguido de 120 ceros).