• Asignatura: Religión
  • Autor: mariangelecheverri7
  • hace 6 años

¿Cuál fue la clave de la vida de Santidad de Laura como fue capaz de superar todos los obstáculos y entregarse al Señor y a los hermanos?

Respuestas

Respuesta dada por: leonkuka
1

Respuesta:

religion

Explicación:

no se

Respuesta dada por: noebritany2005
1

Respuesta:

En su camino de santidad las mediaciones son claves. Lo que Laura es hoy, es fruto de su historia, de una trama hecha con rostros concretos, con hilos que unen tiempos, espacios, personas y una clara intervención amorosa de Dios. Todos nos construimos en relación a un otro. La santidad en Laura se construyó en relación a otros en circunstancias particulares que aun, siendo adversas, le dieron la posibilidad para crecer. Laura es el tipo de chico por el que existe el carisma salesiano: una chica pobre, abandonada y en peligro, predilecta del corazón de Dios.

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LA SANTIDAD TAMBIÉN ES PARA TI: LAURA VICUÑA

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ENE

LA SANTIDAD TAMBIÉN ES PARA TI: LAURA VICUÑA

Laura Vicuña Pino, nació el 5 de abril de 1891 en Santiago, Chile y partió a la eternidad el  22 de Enero de 1904  en Junín de los Andes – Argentina. En esos doce años, Laura tuvo una vida intensa, hizo un camino profundo de fe y logró, con la gracia de Dios, transformar el dolor en amor[1].

En su camino de santidad las mediaciones son claves. Lo que Laura es hoy, es fruto de su historia, de una trama hecha con rostros concretos, con hilos que unen tiempos, espacios, personas y una clara intervención amorosa de Dios. Todos nos construimos en relación a un otro. La santidad en Laura se construyó en relación a otros en circunstancias particulares que aun, siendo adversas, le dieron la posibilidad para crecer. Laura es el tipo de chico por el que existe el carisma salesiano: una chica pobre, abandonada y en peligro, predilecta del corazón de Dios.

Su Familia

Hija de José Domingo Vicuña y de Mercedes Pino. Fue bautizada en la parroquia Santa Ana, en Santiago, el 24 de mayo de 1891. Su familia se trasladó a Lautaro, ciudad cercana a Temuco, en la que vivió entre los años 1891 y 1899. Junto a su madre y a su hermana, Julia Amanda, viajaron a Junín de Los Andes (Argentina). Al poco tiempo, su madre llega a trabajar en la hacienda de un hombre del lugar llamado Manuel Mora, con el que comienza una relación.

Se encuentra en una parte muy importante de su vida: la adolescencia, edad en la que necesita confrontarse con el mundo adulto, donde necesita construir su identidad, con una mamá que no está pudiendo verla, que no la comprende, que convive con un hombre que la maltrata y la domina por la fuerza. Una presencia amenazante también para Laura y su hermana Amanda, aún más pequeña.

En ese universo, trata de configurarse como niña, como mujer, como creyente, como enamorada de Jesús. El vínculo que su mamá mantiene con Manuel Mora el hombre que convive con ella, le provocaba un dolor intenso, que genera muchas heridas. No lo comprende. Ve que su mamá es humillada en su dignidad física, psíquica y moralmente. Esa situación la hace clamar al mismo Dios y la pone en tensión hacia la vida: se fortalece en Jesús.

 

Un nuevo horizonte: la Misión de Junín de los Andes

En la “Misión de Junín”[2] ella encuentra una familia con un modo de ser y hacer que le abre horizontes de sanación y le marca la vida positivamente. En contraposición a la violencia y la opresión que vive en la familia, Laura ve y experimenta otro manera de vivir, sin miedo, sin amenazas. Se siente acogida y puede sacar lo mejor de sí.

Su asistencia a las clases, el apoyo y la amistad que encontró en el colegio de las Hijas de María Auxiliadora, fueron fundamentales para que Laura fuera formando, dentro de sí, ese espíritu de Amor a Dios, por sobre todas las cosas, que se combinaba al mismo tiempo con una gran fortaleza y valentía que fueron creciendo hasta hacerse más importantes en los duros momentos por los que pasó en su infancia.

En las hermanas y en los salesianos, Laura encuentra educadores con rasgos firmes y tiernos que generan un ecosistema con una pedagogía propia; esa pedagogía del ambiente que habían soñado Don Bosco y Madre Mazzarello para todos los que entraran a una casa salesiana. Ellos no eran “salvadores”, pero a través de ellos, Dios  salvaba, respondía al clamor de esta niña que comenzaba a amarlo con locura.

Laura se ganó el cariño y reconocimiento de sus compañeras y de sus maestras. Era reconocida no sólo por su inteligencia y capacidad para aprender, sino por su disposición para enseñar y para ayudar a los demás. Solía invitar a todos a visitar a Jesús y a sus compañeras a imitar a María. Sin embargo, vivió la violencia intrafamiliar, el abandono y fue emigrante. Todo esto la instó a orar con más fuerza a Dios por la conversión de su madre y de todos aquellos que, de una u otra forma, ofenden o se alejan de Dios.

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