• Asignatura: Religión
  • Autor: adriana26941
  • hace 6 años

Felices los que tiene hambre y sed de justicia, porque serán sancionados, ¿porque es importante para mi vida?

Respuestas

Respuesta dada por: luisdavidbrito01
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Respuesta: Esa es toda la lectura

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia

    La cuarta bienaventuranza, cuya traducción directa afirma que son “dichosos los que tienen hambre y sed de hacer lo que Dios exige, pues Él hará que se cumplan sus deseos” (Mt 5, 6) es harto elocuente. El Señor, en sus infinitas bondad y generosidad, nos da la saciedad gratuitamente (Is 55, 1-2) sólo si nos acercamos a Él. Además, nos invita a dejar de actuar como gente imprudente y a conducirnos como gente inteligente  acercándonos a comer del pan y a beber del vino que nos ha preparado (Prov 9, 5-6), pues como dice el Señor, “el que me coma querrá comer más y el que me beba querrá beber más” (Eclo 24, 21). Tener hambre y sed de Dios consiste en una actitud moral total, la cual llena al hombre de paz y felicidad por sí misma, pues ningún otro deseo satisface completamente, siempre se tendrá necesidad de más.

    Es un hecho que las bienaventuranzas, como itinerario de vida cristiana, nos remiten a realizar acciones, a vivirlas. Aquí está claro que seremos dichosos en la medida en que hagamos lo que Dios exige, en que pongamos en práctica las enseñanzas evangélicas y en las recomendaciones que encontramos en las cartas de Juan, Pablo, Pedro, Judas (no el Iscariote) y Santiago.

     Por ejemplo, en el mismo capítulo 5, san Mateo escribe que Jesús indica que si vas a llevar una ofrenda al altar de Dios (por ejemplo, vas a comulgar en misa) y “te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti… ve primero a ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar tu ofrenda” (Mt 5, 23-24). Y san Pablo es terrible con quienes “se enojan fácilmente, causan rivalidades, divisiones y partidismos, son envidiosos, borrachos, glotones y otras cosas parecidas… les advierto que los que así se portan no tendrán parte en el reino de Dios” (Gal 5, 19-21).

    Lo que Dios exige, lo que quiere para nosotros es, simplemente, que nos amemos unos a otros; Dios sólo nos pide que hagamos todas esas cosas que nos elevan, nos mantienen sanos espiritual y corporalmente, nos causan felicidad verdadera y permiten mantener un clima de cordialidad y paz.

    En su otra forma, “bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos sarán saciados”, nos remite al concepto de justicia, la cual puede definirse como dar a cada quien lo que le corresponde; esto es, el valor por el que la persona se esfuerza constantemente por dar a los demás lo que es debido, de acuerdo con el cumplimiento de sus propios deberes y de acuerdo con los derechos personales.

    Además la redacción de la bienaventuranza nos da a entender que así como el hambre y la sed son dos necesidades vitales para el hombre, la justicia es otra necesidad imperiosa para la vida. La justicia es la que nos lleva a cumplir con aquello de que “lo que quieras para ti y para los tuyos, quiérelo para los demás”; es decir, respeta los derechos de los otros como quieres que se respeten los tuyos. En contraparte, la justicia también muestra que, además de derechos, también tenemos deberes, y que exigir derechos implica haber cumplido primero con los deberes. Es notoria la yuxtaposición del sermón de monte con otro pasaje del evangelio de Mateo, donde se nos pide buscar primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se nos dará por añadidura (Mt 6, 33); esta justicia es la que nos lleva al cumplimiento de la voluntad divina, por este cumplimiento se nos incorpora al Reino de Dios y, una vez dentro de éste, a progresar continuamente hacia la santidad.

    De lo anterior, el concepto bíblico de justo nos remite a quien se esfuerza por cumplir la voluntad de Dios manifestada en sus preceptos, por lo que justicia no se refiere solamente a una virtud, sino al conjunto de todas las virtudes. Por eso, el hombre justo trata bien a los demás poniendo en práctica la simplísima ley natural: evita el mal y no hagas a otros lo que no quieras para ti. Porque si nuestra justicia (sumisión a la voluntad de Dios) no es mayor que la de los escribas y los fariseos de nuestro tiempo, no entraremos al Reino de los cielos (Mt 5, 20). Que el Señor nos bendiga y nos guarde.

Explicación: espero que te ayude bro


adriana26941: gracias
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