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EL MITO DE KUNIRAYA WIRACOCHA
Cuentan que en tiempos muy antiguos,Kuniraya Wiracocha caminaba muy pobremente vestido. Su manto y su túnica se veían llenos de roturas y de remiendos. Los hombres, aquellos que no lo conocían, se figuraban que era un infeliz piojoso y lo menospreciaban. Pero él era el conductor de todos estos pueblos.
En aquellos mismos tiempos vivía una diosa llamada Kawillaka. Ella se mantenía siempre virgen y porque era muy hermosa no había dios que deseoso de yacer con ella, no la enamorase. Pero ella nunca admitió a ninguno. De esa manera, pasaba los días tejiendo al pie de un lúcumo. Pero Kuniraya, tan sabio él, se convirtió en un pájaro y fue a posarse en el árbol. Allí, tomó una lúcuma e introduciendo en ella su semen la dejó caer muy cerca de la mujer. Ésta se comió muy contenta la fruta. De esa manera, la diosa apareció encinta. Después de nueve meses Kawillaka tuvo que dar a luz. Durante un año alimentó al niño con el pecho, preguntándose continuamente quién pudo haberlo concebido.
Transcurrido el año y cuando el niño comenzó a caminar, Kawillaka convocó un día a todos los dioses, pensando que de este modo le seria fácil reconocer al padre de su hijo. Al oír el llamado, todos ellos acudieron con sus mejores vestiduras, ansiosos de ser el preferido de la diosa.
Esta reunión se realizó en un pueblo llamado Anchicocha. Ni bien tomaron asiento todos los dioses, la mujer les dirigió estas palabras: Ven, señores y nobles varones, reconocen a este niño. ¿Cuál de ustedes pudo haberme fecundado? ¿Tú? ¿Tú? -fue así preguntándoles uno por uno, a solas. Y ninguno de ellos pudo decir: Es mi hijo. Por su parte, Kuniraya Wiracocha había tomado asiento a un extremo y al verlo como un mendigo Kawillaka no le pregunto, pensando: ¿Ese pobre hombre no puede ser el padre de mi hijo?. En vista que ninguno pudo decir: Es mi hijo, la diosa le dijo al niño: Anda, hijo, reconoce tú mismo a tu padre. Entonces el pequeño muy contento se dirigió hacia donde estaba Kuniraya. Al ver eso, la madre gritó: ¡Qué horror! ¿Cómo habría podido yo dar a luz el hijo de un hombre tan miserable?.Luego tomó en brazos al niño y huyó hacia el mar.Entonces Kuniraya dijo: ¡Ahora si me va a amar! y se vistió con un traje de oro, y la siguió, llamándola para que lo viera. Pero Kawillaka no lo observo y siguió huyendo. Ella exclamo: voy a desaparecer dentro del mar, ya que he dado a luz un hijo de tan despreciable varón. Finalmente, la madre se arrojó con su hijo al agua y ambos se convirtieron en islas. En la actualidad, se puede observar las dos islas que simbolizan a la madre y al hijo.
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