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Respuesta:
La leyenda de “los macheteros” es parte de las tradiciones de Guarumo. Don Ismael Guapacha contaba a sus nietos que el mito había empezado el Domingo de Ramos de 1876, cuando las tropas caucanas se concentraron en el sitio para atacar a los antioqueños atrincherados en las estribaciones del cerro Batero. Los paisas armados con rifles de precisión se resguardaron tras inexpugnables trincheras de piedra y desde las alturas empezaron a matar a mansalva y sobre seguro a los caucanos que avanzaban de uno en uno por una escarpada senda. Era una carnicería, parecía el acabose de las fuerzas liberales. Ante tal circunstancia, el general David Peña ordenó a Zoilo Bermúdez, capitán de los macheteros del Picará, que reuniera gente y baquianos conocedores del terreno, para abrir un paso que llevara a los sureños hasta la retaguardia antioqueña.
Los macheteros se internaron el “El Patio de las Brujas”, silenciosamente se ubicaron a espaldas del enemigo y lo atacaron, cambiando la cacería paisa con rifles de precisión por la lucha cuerpo a cuerpo que inclinó la balanza del triunfo a favor de los caucanos. Llegó la noche. Se oía el ladrido de los perros de monte, el tropel de los cuzumbos aterrados y los ayes de los heridos que clamaban auxilio en medio de su agonía. Al amanecer los paisas y sus aliados riosuceños aprovecharon las sombras para abandonar las posiciones del cerro Batero y marchar a paso redoblado por la vía que conducía a la frontera con el Estado de Antioquia.
En las primeras horas del lunes de Semana Santa, los vencedores recogieron los muertos y los heridos y al pasar revista de la tropa vieron que faltaban varios macheteros de la columna del Picará. Se intensificó la búsqueda para dar con ellos. Inútil, no aparecían por parte alguna, era como si se hubieran esfumado entre el monte. ¿Se habían perdido en “El Patio de las Brujas?- Perecieron en manos del enemigo?- ¿ Dónde estaban los cadáveres?-
No se encontraron sus huellas, nadie los había visto. En vano se esperó su regreso pero nunca volvieron a su aldea. Entonces surgió la leyenda: La imaginación corrió desbocada, los vecinos hablaban de sombras y candelillas que bajaban del Patio de las Brujas y las identificaron con las almas en pena de los macheteros perdidos.
Pasaron los meses. Al cumplirse el primer aniversario de la batalla en el cerro Batero se oyeron lamentos por el camino de Los Caballitos. No sirvieron las misas y los sahumerios por el descanso eterno de los macheteros. La gente de Guarumo afirma que se siguen oyendo los lamentos de los finados en las madrugadas de los Domingos de Ramos; dicen que buscan una salida hacia la eternidad e intentan desatar los nudos que los amarran al mundo de los vivos.
En los domingos de Ramos se dejan velas encendidas en las casas de Guarumo y vasos llenos de chicha para que las almas de los macheteros calmen la sed; a veces se apagan las velas y amanecen los vasos secos. No se sabe si son las animas de los combatientes perdidos quienes apagan las velas y beben los vasos de chicha, o son las mujeres amangualadas con el diablo que viven desde remotos tiempos en el “Patio de las Brujas” y con sus maleficios siguen reteniendo las almas atormentadas de los macheteros del Picará.
Explicación:
espero te sirva
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La leyenda de “los macheteros” es parte de las tradiciones de Guarumo. Don Ismael Guapacha contaba a sus nietos que el mito había empezado el Domingo de Ramos de 1876, cuando las tropas caucanas se concentraron en el sitio para atacar a los antioqueños atrincherados en las estribaciones del cerro Batero. Los paisas armados con rifles de precisión se resguardaron tras inexpugnables trincheras de piedra y desde las alturas empezaron a matar a mansalva y sobre seguro a los caucanos que avanzaban de uno en uno por una escarpada senda. Era una carnicería, parecía el acabose de las fuerzas liberales. Ante tal circunstancia, el general David Peña ordenó a Zoilo Bermúdez, capitán de los macheteros del Picará, que reuniera gente y baquianos conocedores del terreno, para abrir un paso que llevara a los sureños hasta la retaguardia antioqueña.
Los macheteros se internaron el “El Patio de las Brujas”, silenciosamente se ubicaron a espaldas del enemigo y lo atacaron, cambiando la cacería paisa con rifles de precisión por la lucha cuerpo a cuerpo que inclinó la balanza del triunfo a favor de los caucanos. Llegó la noche. Se oía el ladrido de los perros de monte, el tropel de los cuzumbos aterrados y los ayes de los heridos que clamaban auxilio en medio de su agonía. Al amanecer los paisas y sus aliados riosuceños aprovecharon las sombras para abandonar las posiciones del cerro Batero y marchar a paso redoblado por la vía que conducía a la frontera con el Estado de Antioquia.
En las primeras horas del lunes de Semana Santa, los vencedores recogieron los muertos y los heridos y al pasar revista de la tropa vieron que faltaban varios macheteros de la columna del Picará. Se intensificó la búsqueda para dar con ellos. Inútil, no aparecían por parte alguna, era como si se hubieran esfumado entre el monte. ¿Se habían perdido en “El Patio de las Brujas?- Perecieron en manos del enemigo?- ¿ Dónde estaban los cadáveres?-
No se encontraron sus huellas, nadie los había visto. En vano se esperó su regreso pero nunca volvieron a su aldea. Entonces surgió la leyenda: La imaginación corrió desbocada, los vecinos hablaban de sombras y candelillas que bajaban del Patio de las Brujas y las identificaron con las almas en pena de los macheteros perdidos.
Pasaron los meses. Al cumplirse el primer aniversario de la batalla en el cerro Batero se oyeron lamentos por el camino de Los Caballitos. No sirvieron las misas y los sahumerios por el descanso eterno de los macheteros. La gente de Guarumo afirma que se siguen oyendo los lamentos de los finados en las madrugadas de los Domingos de Ramos; dicen que buscan una salida hacia la eternidad e intentan desatar los nudos que los amarran al mundo de los vivos.
En los domingos de Ramos se dejan velas encendidas en las casas de Guarumo y vasos llenos de chicha para que las almas de los macheteros calmen la sed; a veces se apagan las velas y amanecen los vasos secos. No se sabe si son las animas de los combatientes perdidos quienes apagan las velas y beben los vasos de chicha, o son las mujeres amangualadas con el diablo que viven desde remotos tiempos en el “Patio de las Brujas” y con sus maleficios siguen reteniendo las almas atormentadas de los macheteros del Picará.
Explicación:
espero te sirva mi respuesta bye :3