• Asignatura: Religión
  • Autor: brangelina0892
  • hace 6 años

Cristo ha introducido como emblema de sus discípulos sobre todo la ley
del amor y del don de sí a los demás (cf. Mt 22,39; Jn 13,34), y lo hizo a
través de un principio que un padre o una madre suelen testimoniar en su
propia existencia: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida
por sus amigos» (Jn 15,13). Fruto del amor son también la misericordia y
el perdón. En esta línea, es muy emblemática la escena que muestra a
una adúltera en la explanada del templo de Jerusalén, rodeada de sus
acusadores, y luego sola con Jesús que no la condena y la invita a una
vida más digna (cf. Jn 8,1-11).
En el horizonte del amor, central en la experiencia cristiana del
matrimonio y de la familia, se destaca también otra virtud, algo ignorada
en estos tiempos de relaciones frenéticas y superficiales: la ternura.
Acudamos al dulce e intenso Salmo 131. Como se advierte también en
otros textos (cf. Ex 4,22; Is 49,15; Sal 27,10), la unión entre el fiel y su
Señor se expresa con rasgos del amor paterno o materno. Aquí aparece
la delicada y tierna intimidad que existe entre la madre y su niño, un
recién nacido que duerme en los brazos de su madre después de haber
sido amamantado. Se trata —como lo expresa la palabra hebrea gamul—
de un niño ya destetado, que se aferra conscientemente a la madre que
lo lleva en su pecho.

Es entonces una intimidad consciente y no meramente biológica. Por eso el salmista canta: «Tengo mi interior en paz y
en silencio, como un niño destetado en el regazo de su madre» (Sal 131,2). De modo paralelo, podemos acudir a otra
escena, donde el profeta Oseas coloca en boca de Dios como padre estas palabras conmovedoras: «Cuando Israel era
joven, lo amé [...] Yo enseñé a andar a Efraín, lo alzaba en brazos [...] Con cuerdas humanas, con correas de amor lo
atraía; era para ellos como el que levanta a un niño contra su mejilla, me inclinaba y le daba de comer» (11,1.3-4).
Con esta mirada, hecha de fe y de amor, de gracia y de compromiso, de familia humana y de Trinidad divina,
contemplamos la familia que la Palabra de Dios confía en las manos del varón, de la mujer y de los hijos para que
conformen una comunión de personas que sea imagen de la unión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La
actividad generativa y educativa es, a su vez, un reflejo de la obra creadora del Padre. La familia está llamada a
compartir la oración cotidiana, la lectura de la Palabra de Dios y la comunión eucarística para hacer crecer el amor y
convertirse cada vez más en templo donde habita el Espíritu.
Ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret, con su cotidianeidad hecha de cansancios y hasta de
pesadillas, como cuando tuvo que sufrir la incomprensible violencia de Herodes, experiencia que se repite
trágicamente todavía hoy en tantas familias de prófugos desechados e inermes. Como los magos, las familias son
invitadas a contemplar al Niño y a la Madre, a postrarse y a adorarlo (cf. Mt 2,11). Como María, son exhortadas a vivir
con coraje y serenidad sus desafíos familiares, tristes y entusiasmantes, y a custodiar y meditar en el corazón las
maravillas de Dios (cf. Lc 2,19.51). En el tesoro del corazón de María están también todos los acontecimientos de cada
una de nuestras familias, que ella conserva cuidadosamente. Por eso puede ayudarnos a interpretarlos para reconocer
en la historia familiar el mensaje de Dios.
Tu abrazo aleja ídolos, apegos, deseos sin sentido en nuestras vidas, nuestros males íntimos. Estemos atentos cuando
el Señor nos abraza con ternura, “como están atentos los ojos de los criados a la menor indicación de sus Señores”
(Salmo C XXII, 2).

E.I.E. ELVIRA GARCÍA Y GARCÍA - UGEL 03

Afirmo que ternura es cariño, afecto. Algunos se atreven a decir que la ternura es femenina. Citas bíblicas nos dicen
lo contrario: “Como pastor lleva a pastar a su rebaño, toma en brazos a los corderos, los pone junto a su corazón y
conduce al reposo a las paridas (Isaías 40:11). “…el que se compadece de ellos los guiará y los llevará hasta donde
están las vertientes de agua (Isaías 49:10). “El Señor es compasivo y favorable, es lento para enojarse y generoso en
perdonar (Salmo 103,8). “El rescata tu vida de la tumba, te corona de amor y de ternura” (Salmo l03, 4). “Jesús ‘…al
bajar de la barca, vio todo ese pueblo eran como ovejas sin pastor…’(Marcos 6:33y34). Referencias, entre muchas.
Ternura no es ser blandengue (blandenguería), ni “dulzón”, que no es dulzura. El vinagre no es dulzón y da sabor. La
ternura es recia, noble, comprensiva (no alcahueta). La ternura no es lástima.

Respuestas

Respuesta dada por: AlbornozLuciana
2

Respuesta:

La Biblia no enseña la Trinidad, más bien dice que el Padre es mayor que el Hijo, y que el Espíritu Santo es la fuerza activa de Jehová Dios.

Explicación:

Respuesta dada por: giuseppi1982
2

Respuesta:

Explicación:

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