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La Biblia tiene algo, o más bien, mucho y relevante que decir sobre este tema de la pedagogía. De hecho la palabra Torá, ley, con la que los judíos definen a los Diez Mandamientos, al Pentateuco, y por extensión a todo el Antiguo Testamento, viene de una raíz que significa tirar, no en el sentido de tirar algo por desprecio o desperdicio, sino en el sentido de tirar para dar en el blanco, por ejemplo flechas. ¿Para qué se tiran las flechas? Para dar en la diana, en el punto correcto. La Torá, la ley, el Antiguo Testamento, tiene este propósito, que demos en el blanco; que en la vida, acertemos, no nos desviemos ni fallemos el tiro, sino que demos en el objetivo. Ahora bien, para que alguien aprenda a dar en el punto central se precisa que haya otro que ya esté enseñado en eso, que le instruya, por ejemplo, en el manejo del arco, cómo sostenerlo, cómo apuntar, cómo disparar, etc. Se necesita fuerza, pericia y habilidad. Y a la primera no se tiene demasiada puntería, pero por medio de la instrucción y de la práctica, esa persona que comienza no sabiendo nada, finalmente puede llegar, si se disciplina, a tener éxito y dar en la diana. Por lo tanto, la ley es pedagógica y su función no es hacernos la vida imposible; ese es el concepto popular que circula a nuestro alrededor, mediante el cual la ley de Dios es una especie de camisa de fuerza, que está hecha para coartarnos y complicarnos la vida. Pero es precisamente lo contrario; el cometido de la ley es eminentemente pedagógico, que podamos ser formados e instruidos de tal manera que acertemos en el objetivo.
La ley forma la conciencia de las personas, porque en la ley está prescrito lo que es bueno y lo que es malo, la diferencia entre el bien y el mal. Por lo tanto, para que un niño conozca la separación, la raya de división que Dios ha establecido entre lo bueno y lo malo, se precisa la ley de Dios. Es por ello que la ignorancia o el abandono de la enseñanza de los Diez Mandamientos sólo puede llevarnos a la destrucción. Es un error razonar: "Esto es algo que hemos superado, que pertenece al pasado, a un pueblo de la edad pre-científica y que necesitaba este tipo de cosas, pero nosotros, que hemos llegado a grandes niveles de avance y sofisticación, no lo necesitamos." Si así hacemos, estaremos cavando nuestra propia tumba.