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RespuestaLa esperanza cristiana encierra necesariamente en sí la esperanza
en el más acá y la obligación de construir en ese mismo mas acá el
futuro.
Podemos probar esta tesis basándonos en la Sagrada Escritura,
donde, con multitud de variaciones, aparece repetida y renovadamente
que la esperanza no se refiere tan sólo a una realidad ultima, sino que
supone la obligación, aquí y ahora, de dar una serie de pasos. Y esto
puede afirmarse ya del Antiguo Testamento.
Uno de los grandes temas de la historia veterotestamentaria de la
salvación lo constituyen las promesas de Dios al hombre. Dichas
promesas guardan relación directa con determinadas y fundamentales
esperanzas humanas; se refieren a la plenitud de vida, a la tierra, a los
descendientes, a la estabilidad de las relaciones sociales, a la paz, a la
libertad; en suma: es la promesa del shalom, la salvación en sentido
amplio. Hay que observar que, por una parte, no puede uno forzar por
sí mismo el cumplimiento de estas promesas; pero, por otra, tampoco
puede obtenerlo sin realizar un esfuerzo propio. Evidentemente, Dios
elige a los hombres con absoluta libertad y les otorga el don de una
vida feliz y dichosa en la comunión consigo (el Pacto); pero este don
es siempre, además, un deber. De hecho, la elección y la promesa van
siempre vinculadas a la exigencia de un compromiso que se mueve en
el sentido de la salvación prometida y al que el hombre debe en
ocasiones responder y prestar su aportación aquí y ahora. Sólo
cuando el hombre cumple su propia obligación, se cumple también el
don.
Por citar tan solo uno de los muchos ejemplos: Es verdad que Dios
libera a su pueblo de Egipto. La libertad es un don suyo. Y sin
embargo, para llegar a la tierra de la libertad
Explicación: es un poco largo lo que investigue pero corre saca un resumen:)