¿Cómo se reorganiza el movimiento obrero a partir de 1955? ¿Qué demandaba el programa de la Falda?
Respuestas
Respuesta:
E N LOS ÚLTIMOS CUARENTA AÑOS el movimiento argentino ha
sufrido grandes cambios al mismo tiempo que ha tenido una influencia clave sobre el proceso político. El análisis del mismo tiende a dividirse en dos campos: los trabajos sobre el impacto de
los cambios económicos sobre la clase obrera, y las controversias sobre el papel político del movimiento obrero. El presente
trabajo representa una síntesis de un trabajo más amplio de tipo
histórico que intenta unificar los dos modos de investigación.1
Aunque tiene un aspecto cronológico, siguiendo la periodización
corriente, el trabajo es más analítico que histórico en el sentido
convencional. El periodo que abarca es más que meramente conveniente. En la "década peronista", anterior a 1955, la clase obrera argentina fue virtualmente reformada en relación con esa clase inmigrante que se transformó en obrera desde mediados del siglo
pasado.2
El año 1985 representa, simbólicamente, el comienzo
de un nuevo "rehacer" de la clase obrera y el movimiento que
lleva su nombre. La crisis del peronismo parece ser final, la victoria del radicalismo en las elecciones de 1983 parece más que
efímera, y se anuncian cambios profundos en el país y, naturalmente, en la clase obrera
El movimiento obrero de 1955 era incomparablemente más fuerte
que el de una década antes: en términos cuantitativos y cualitativos se había fortalecido. El precio de este avance para la clase
obrera era su sometimiento a la tutela estatal bajo el sistema peronista, y el paralelo fortalecimiento de la burocracia sindical.
El golpe militar de 1955 abrió un nuevo periodo en la historia
de la clase obrera. La cuestión clave para los militares y sus aliados civiles en la oligarquía tradicional y la burguesía urbana era
el control y el sometimiento del movimiento obrero peronista (de
ahí en adelante los movimientos obrero y peronista fueron casi
indistinguibles). Con el lema N i vencedores n i vencidos el gobierno
provisional del general Lonardi tomó sólo medidas moderadas
en contra del movimiento obrero.3
Su sucesor, el general Aramburu, tomó una acción más decisiva con el propósito, que describe Marcelo Cavarozzi, "de promover la atomización y el debilitamiento de los sindicatos y de toda otra organización de los
asalariados y, como resultado de ello, lograr una disminución
de la participación de los asalariados en la renta nacional y liquidar toda forma más o menos autónoma de acción política de
la clase obrera".4
Un aspecto de esta estrategia sería la "desperonización" de los sindicatos, en consecuencia, el peronismo
obrero (que se puede distinguir de sus sectores políticos burgueses) se convirtió en vanguardia de fact o de la clase obrera.
La "resistencia peronista", que entonces comienza, tomó varias formas.5
A las primeras experiencias semi-insurreccionales
posteriores al golpe, por ejemplo en Rosario, siguieron atentados por sectores militares leales a Perón (del Valle). En un segundo periodo se combinaron movilizaciones sindicales y métodos militares artesanales, los famosos caños. La intervención
militar sistemática en los sindicatos dejó a la clase obrera casi
sin liderazgo. El aspecto positivo de esto es que en la lucha sindical se fueron forjando nuevos cuadros, que serían la columna
Explicación:
Programa de La Falda
Luego de fracasar la normalización de la CGT, la regional Córdoba de la CGT, única que había podido ser recuperada por los trabajadores luego del golpe militar, organizó un Plenario Nacional de Delegaciones Regionales de la CGT, en ciudad de La Falda, en el Valle de Punilla, sede por entonces de gran cantidad de hoteles sindicales. De hecho la reunión se realizó en el hotel del Sindicato de la Alimentación.227 La regional Córdoba había sido normalizada el 1 de julio de 1957, ocasión en la que eligió como secretario general a Atilio López,228 de la Unión Tranviarios Automotor (doce años después sería uno de los líderes del Cordobazo).
El 30 de noviembre de 1957 el Plenario aprobó el histórico Programa de La Falda. Allí se definió el rol del movimiento obrero mucho más ampliamente que en cualquier período anterior. El Programa de La Falda debe ubicarse en la creciente corriente antiimperialista, en la línea de los movimientos de liberación nacional que caracterizaron la época y que estaban constituyendo el llamado Tercer Mundo (Movimiento de Países No Alineados). El programa parte de la trilogía programática peronista incluida en el preámbulo de la Constitución de 1949 ("constituir una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana"), proponiendo políticas precisas en cada uno de esos tres aspectos, que incluían el monopolio estatal del comercio exterior, la nacionalización de las fuentes de energía, el control estatal del crédito, la reforma agraria y el control obrero, orientado hacia un modelo industrialista basado en el consumo interno y la integración latinoamericana.