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en que las instituciones o las organizaciones sociales tienen en cuenta la opinión y
las propuestas que sus afiliados o sus representados pueden elevar colectivamente
por medio de asambleas o de otros instrumentos que hoy las tecnologías de la comunicación posibilitan (Alberich, 2004) Por ello, es pensable que en los sindicatos
este tipo de democracia debería ir en paralelo con la democracia representativa
—que también es esencial— como mínimo cuando hablamos del nivel de empresa
y del contexto local. No creo que podamos decir que los sindicatos son menos democráticos que los partidos, que otras asociaciones muy institucionalizadas o que
el mismo sistema político. Pero probablemente ahí no radica el problema, sino en
la insuficiencia de la democracia representativa en un lugar en el que cada persona
puede tener problemas e imaginar soluciones, como es el hábitat del trabajo.
Para decirlo con otras palabras y para formular de entrada la hipótesis que guía
esta reflexión, creo que en el sindicato como organización la democracia representativa
puede ser suficiente para concitar la confianza de los trabajadores a nivel general, pero
a nivel de la empresa y local (cuando el problema que se debate afecta a muchas empresas de un territorio homogéneo) se requiere también un instrumento más activo y
de implicación, que es la democracia participativa. Lo que ha pasado en las últimas
décadas es que el comité de empresa ha tendido a funcionar como un pequeño parlamento, y en aquellas empresas en que no hay comité, el sindicato ha sido básicamente la correa de transmisión de la organización externa, lo que también es problemá -
tico. Pero además, en muchas otras empresas no hay comité ni sindicato y, por tanto,
éste queda como algo lejano para los trabajadores, sobre todo para los que están en
paro o en precario. Si las cosas son así, y podría equivocarme, la respuesta natural de
los trabajadores es la de implicarse lo menos posible, una actitud que puede crear la
ilusión de que es funcional cuando la economía y el empleo van bien pero que se vuelve
corrosiva cuando van mal. Pero el problema no está en esa actitud casi de “free rider”
de los trabajadores, sino en los mecanismos estructurales que provocan esa actitud.
Voy a presentar estas breves páginas en tres apartados que pongan de manifiesto de dónde vienen nuestros sindicatos en términos de democracia participativa,
cuáles son los problemas presentes y qué futuro podría ser imaginado que cambiara
esos problemas, si tuviésemos en cuenta esa forma de participación democrática.
Explicación:
Respuesta:
No puede existir una democracia sin sindicatos, ni que un trabajador sea despedido por crear un sindicato
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