Respuestas
Respuesta:
El liberalismo parte de la persona tal como es y defiende un sistema que funcione con esta naturaleza humana. Cuando Adam Smith escribió su metáfora de la mano invisible, no pensó en seres ideales, bondadosos y perfectos, sino que lo hizo teniendo en cuenta un rasgo inmutable de la naturaleza del ser humano: su egoísmo.
Alguno podrá pensar que el egoísmo (la idea de que las personas nos movemos por incentivos personales) inevitablemente llevará al ser humano a "pisar las cabezas" de los demás para avanzar. Sin embargo, según Smith, esta característica puede ser la piedra fundamental del progreso, si se enmarca en un contexto institucional adecuado.
Así, si el contexto institucional hace que el individuo no pueda violar derechos de terceros, entonces a éste no le quedará otra que seducir a sus congéneres para prosperar en la vida. Al panadero, para vender más, no le queda otra que hacer un mejor pan a mejor precio.
Explicación:
l liberalismo es una filosofía universal, así que no distingue entre países, culturas o colores. Sin embargo, en cada país tendrá diferentes vicisitudes.
En Argentina defender la economía de mercado parece ser algo totalmente minoritario. De acuerdo al Indice Mundial de Pensamiento Pro-Mercado elaborado por el investigador Carlos Newland del Instituto Universitario Eseade, nuestro país se encuentra al final de la tabla, reflejando la poca valoración que los argentinos le dan a las instituciones de la libertad.
Si miramos el índice de Libertad Económica, verificaremos algo similar. El país forma parte del grupo de economías catalogadas como "mayormente poco libres" junto con Nigeria, Pakistán e India.
En este marco, ser liberal en Argentina implica un doble desafío. Por un lado, se debe batallar y denunciar un sistema totalmente antiliberal, plagado de trabas burocráticas, restricciones al comercio, alta inflación, impuestos altos y déficit fiscal crónico.
Pero por el otro, se debe luchar contra una cultura que se ha acostumbrado a las mieles del proteccionismo, el populismo y el intervencionismo. Así, ser liberal en Argentina implica, en muchas ocasiones, ser tratado de insensible, mala persona, y defensor de los grandes intereses corporativos, entre otras cosas. Por supuesto, nada más alejado de la realidad.