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Dentro de poco llegaría el viaje de fin de curso. Este año, la escuela había elegido un país exótico en el sur de África. Durante todo el invierno, los alumnos había estudiado las diferentes culturas que se iban a encontrar e, incluso, habían practicado alguna danza ancestral. No había niño que no contara los días que faltaban para vivir la gran aventura.
Marcos y Javier soñaban con los animales que se iban a encontrar. Al fin verían a un elefante en su hábitat y, con suerte, podrían fotografiar algún león. Mamen, que siempre había sido regañada por subirse a los árboles, pensaba en monos y gorilas. Por el contrario, Isabel, que era la alumna más coqueta de la clase, había ahorrado toda su paga los meses pasados para comprar en el viaje telas de múltiples colores. Sabía que llegaría a ser una gran diseñadora de moda. Todo era sueños y alegría.
Sin embargo, a falta de unas semanas para partir, un médico llegó al colegio. Era el turno de ponerse las vacunas. La alegría se transformó en tristeza y miedo. 'Vacunas, ¿qué es eso?', preguntó Javier. 'Yo paso de que me pinchen con una inyección, que eso debe de doler mucho', se excusó Isabel.
Ya nadie hablaba de animales ni de culturas primitivas. El rechazo a las vacunas fue rotundo. Así fue como el colegio acabó comunicando a los alumnos que el viaje se suspendía. Las lágrimas no tardaron en llegar. Todos lloraban.
El joven médico, que hacía solo dos años que había estado en África por segunda vez y sabía lo bonito que era, pidió una reunión con los chavales para que estos no tuvieran que renunciar a su viaje. Con paciencia, quiso contarles su historia.
'Cuando yo tenía vuestra edad mi colegio también nos llevó a África. Pero nadie nos informó de la importancia de las vacunas. Apenas habíamos llegado y yo caí enfermó. Porque en África el agua no siempre sale de un grifo, y beberla nos suele poner malitos. Mientras mis compañeros disfrutaban de los animales y de las excursiones yo estuve muchos días encerrado en un hospital. Todo me dolía y estuve muy pachucho. Tanto, que hasta mis padres tuvieron que ir a África para estar conmigo.'