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Respuesta:
En una novela histórica y en una biografía se espera que muchas de sus referencias sean reales. Por otro lado, en los géneros de ficción, inevitablemente al construir un universo se parte de (lo que se cree que es) la realidad y numerosos componentes de la obra existen antes y fuera de ella, como ciertas características de los seres vivos y el entorno. No obstante, el creador de una historia dispone de otra opción al nombrar los lugares, eventos, personajes o piezas culturales: inventar.
Perfil de una ciudad
Pros y contras de los elementos reales en la ficción
Si el autor pretende que el receptor se sitúe rápidamente, esté familiarizado con ese elemento y/o perciba alguna sensación, tono o idea a mayores, localizará la acción en una ciudad de nuestros atlas, meterá algún acontecimiento histórico (probablemente un conflicto), insertará de alguna manera a una personalidad relevante o mencionará una pieza cultural famosa. En cualquiera de estos casos, resulta cauteloso que el emisor domine aquello real a lo que alude, porque meter la pata en una descripción puede implicar que el destinatario experto se distancie (y, con frecuencia, que alguno difunda una crítica negativa). Eso sí, una vez respetado lo objetivo, el creador tiene la posibilidad de ofrecer una perspectiva personal, nueva e interesante, sobre algo conocido.
Tengamos en cuenta que, sobre todo al citar referencias culturales como libros, películas, series o canciones, cuando son significativos para una sociedad o un público específico, quienes no los conozcan (coetáneos o de generaciones siguientes) no comprenderán a qué se está refiriendo el autor o personaje y percibirán que se están perdiendo algo. A veces estos lectores, oyentes o espectadores saben que la obra, circunstancia, persona o localización existe en la realidad, pero solo les suena e ignoran los detalles; otras veces dudan de si es parte del artificio o bien pertenece a nuestra dimensión. Por tanto, cuando es posible y la información se vuelve necesaria para comprender la trama, algunos pausamos la obra para documentarnos, lo cual interrumpe la narración e inmersión en la historia. La realidad en los géneros fantásticos
En ciencia ficción y especialmente en fantasía, los topónimos y el pasado de las especies protagonistas a menudo son fabricados, con más o menos modificaciones con respecto a sus equivalentes o puntos de partida reales.
Para mí cuantos más aspectos del universo ficticio se elaboren, mejor, incluso sus marcas comerciales, ya que me parece más coherente, particular (fuente de merchandising) e intemporal, aunque entiendo que conlleva sus horas de ingenio y renunciar al emplazamiento publicitario. Es más, en estos géneros, las alusiones a nuestro mundo me alejan de lo que se está contando, sea en literatura o en el ámbito audiovisual. La identificación no siempre depende de incluir elementos reales.
Explicación:
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